TERCERA SEMANA DE CUARESMA. ¿Quién eres tú? Verónica

Me llamo Verónica. Soy curiosa y en el camino hacia el monte Calvario mi mirada no podía despegarse de Jesús. 

Busco luz detrás de tanta sangre, una mirada que a tanta gente curó… Tengo miedo de acercarme… pero quiero descubrir tus ojos. Quizá ponga mi pañuelo a limpiar de sangre el cielo y así tus ojos puedan encontrarme.

Me acerco. Me encuentro con el rostro más bondadoso que he visto en mi vida. Mi jarro de agua tiembla en mis manos mientras se lo acerco… pero el soldado lo derriba de un latigazo. 

Quiero aliviarte, quiero refrescar tu cara… un paño blanco se adhiere a tus heridas y se lleva tu sangre… ahí queda tu rostro, para que siempre te recordemos. Y, de pronto, tus ojos iluminan mi dolor: es tu forma de AGRADECER hasta lo más insignificante que he hecho.

Danos, Señor, la inquietud del corazón que busca tu rostro. Protégenos de la oscuridad del corazón que ve solamente la superficie de las cosas. 

Ayúdanos a vivir sin caretas, sin tapujos, buscando la luz de tus ojos llenos de amor y de agradecimiento. Danos la sencillez y la pureza que nos permiten ver tu presencia en el mundo. 

Cuando no seamos capaces de cumplir grandes cosas, danos la fuerza de una humilde bondad. Graba tu rostro en nuestros corazones, para que así podamos encontrarte y mostrar al mundo tu imagen.

Amén.