Jesús quiso ser un hombre de carne y hueso para abrirnos el camino hacia Dios.
Él es la luz del mundo que ilumina a todos los que se acercan a Él de corazón.
Cuando nos sentimos perdidos, solos o incomprendidos, ahí está Él para ayudarnos a salir de la oscuridad y la noche en la que nos encontramos. Dejarnos alcanzar por la luz de Jesús es el primer paso para salir de nosotros, abrazar la vida y salir al encuentro de los demás, compartiendo así la Luz que recibimos de Él.
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Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas que te dirigimos
en nuestras necesidades, antes bien,
líbranos siempre de todo peligro,
¡oh Virgen, gloriosa y bendita! Amén.
Corazón de Jesús, luz en mis noches: ilumina mi vida y ayúdame a ser luz para los demás como Tú. Que cuando me sienta perdido o rebose de alegría, recuerde que tu Amor me acompaña todo los días.
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