Jesús, siendo Dios, quiso hacerse en todo semejante a nosotros, menos en el pecado. Eligió a María como madre suya. Junto a ella creció en sabiduría, en edad y en gracia ante Dios y ante los hombres.
María contemplaba el corazón de su Hijo y todos los misterios que Él encerraba. Lo guardaba y meditaba todo en su corazón de madre. Le acompañó también en todos los momentos de su vida.
Jesús sabía que María estaría a su lado hasta el final. Y allí, al pie de la cruz, nos la regaló a nosotros como madre.
¡Cuánto podemos aprender del Corazón de Jesús y del Corazón de María!
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las súplicas que te dirigimos
en nuestras necesidades, antes bien,
líbranos siempre de todo peligro,
¡oh Virgen, gloriosa y bendita! Amén.
Corazón de Jesús, Hijo de María Virgen: te pido que crezca en mí el cariño y confianza en la Virgen María. Que la descubra cada día más como Madre que cuida de mí como lo hizo de Ti. Que junto a Ella crezca también yo en sabiduría, edad y gracia.
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