El icono peregrino bajo el manto de la Virgen del Pilar

Nos reunimos en la capilla de la Residencia de las Angélicas a eso de las 10 de la mañana, y allí en una sencilla celebración hicimos la entrega de la imagen de Nuestra Señora de Paz y Bien recordando dos cosas:

Las palabras que nos decía el sacerdote cuando la recibimos en Valladolid: “Como Ella, tengamos los oídos bien abiertos y el corazón bien dispuesto” y que no la dejábamos, que nos íbamos con Ella, que nos quedábamos en su Corazón.

Después, celebramos la Eucaristía en el Pilar. ¡Qué emoción! Porque además, pudimos participar en la lecturas de la Misa y con nuestros cantos.

También tuvimos tiempo para visitar la hermosa Basílica de Nuestra Señora del Pilar, rezar ante la Virgen, besar el pilar en el que se apareció la Virgen y antes de ir a comer Jesús nos regalaba una sorpresa: con uno de los mantos de la Virgen del Pilar, en la sacristía de la Basílica, bendecíamos nuestro icono y los jóvenes del Niño Dios pudieron también besar el manto de la Virgen.

Despedimos al Niño Dios que marchaban más temprano y nosotros, vimos el museo y la capillita de Santa Genoveva y visitamos un poco los alrededores del Pilar.

El día, como veis, no pudo ser más completo.

Y ya, para terminar esta reseña queremos dar las gracias de un modo especial:

A Chema, que nos ayudó en todos los preparativos del viaje y luego nos acompañó durante todo el día.

A las hermanas de la Residencia de las Angélicas, por su acogida.

A los padres, profesores y hermanas que nos acompañaron tanto de una casa como de otra.

Que el Señor os bendiga y Santa María de Paz y Bien, os guarde en su Corazón.