«Celebramos las incontables gracias que en este tiempo Dios nos ha concedido por su intercesión».
En 1924, XXV aniversario de la muerte de Madre Carmen, la Superiora General de la Congregación por aquellas fechas, Madre María de la Cruz, da los primeros pasos en orden a una posible introducción de la Causa de Beatificación. Bien aconsejada, ante la creciente fama de santidad, pide que las Hermanas, y algunas personas de fuera, que conocieron a Madre Carmen, manden testimonio escrito de sus recuerdos […].
En este 2024, cuando se cumplen 125 años de la muerte de Madre Carmen, de su Pascua, celebramos las incontables gracias que en este tiempo Dios nos ha concedido por su intercesión. «Yo estaré con vosotros todos los días», decía Jesús antes de su Pascua. ¡Cuántas veces hemos experimentado lo que decía S.E.R. el cardenal Saraiva Martins en la homilía de la Beatificación! Antequera, 6 de mayo de 2007.
«El Señor eligió Madre Carmen como instrumento para que fuese reflejo de la morada de Dios con los hombres, para enjugar lágrimas, disminuir el llanto, consolar en el dolor. Por el espíritu franciscano la dispuso a ser portadora de Paz y Bien; por la devoción al Corazón de Jesús manso y humilde, la impulsó a “manifestar a todos el amor que Dios nos tiene” (Cfr. Constituciones 5); en el Corazón Inmaculado de María le enseñó “la actitud ante Dios y ante la vida” (Ib. 6). Y le inspiró la fundación de un Instituto religioso para que su misión continuara en la Iglesia y en el mundo más allá de sus años terrenos».
Madre Carmen tomó en serio el amor de Dios y la misión a que Él la enviaba, porque obedeció al mandato:
«Amaos unos a otros como yo os he amado».