El Corazón abierto de Jesús en la Cruz, nos muestra que no hay Amor más grande que el suyo. Nos quiere tanto que por abrazarnos tiene sus brazos abiertos y espera a que nosotros lo abracemos y sintamos los latidos de su Corazón.
En su Corazón herido y abierto aprendemos a amar de verdad…
…y a perdonar siempre, una y otra vez, tal y como hace Jesús con cada uno de nosotros. Abrazar a Jesús es recibir la fuerza de su amor, es dejarse encender e incendiar el mundo entero en una auténtica revolución de ternura. Cuanto más cerca estamos del Corazón abierto de Jesús, más capaces somos de acoger, de amar, de perdonar y de sentir compasión.
Bendita sea tu pureza
Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir que ninguno
de los que han acudido a tu protección,
implorado tu asistencia o reclamado tu socorro
haya sido abandonado de Ti.Animado con esta confianza, a Ti también acudo,
¡oh Virgen, Madre de las vírgenes!;
y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana.¡Oh, Madre de Dios!, no deseches mis humildes súplicas,
antes bien, escúchalas y acógelas favorablemente.
Así sea.
Corazón de Jesús, de Corazón abierto en la Cruz: acércame a Ti y haz que cuando te mire recuerde que tus brazos permanecen abiertos para abrazarnos y que los míos deben estarlo también para acoger a todos los que pongas a mi lado.
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