¿Sabías qué…?
«La misericordia tiene dos aspectos: es dar, ayudar, servir a los otros, y también perdonar, comprender. Mateo lo resume en una regla de oro: «Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella» (Mt 7, 12).
Dar y perdonar es intentar reproducir en nuestras vidas un pequeño reflejo de la perfección de Dios, que da y perdona sobreabundantemente (…). La medida que usemos para comprender y perdonar se aplicará a nosotros para perdonarnos. La medida que apliquemos para dar, se nos aplicará en el cielo para recompensarnos. No nos conviene olvidarlo». (GE 80-81).
Conéctate
«Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos,
para que no juzgue según las apariencias,
sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla;
a que mis oídos sean misericordiosos
para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo
y no sea indiferente a sus penas y gemidos;
a que mi lengua sea misericordiosa
para que jamás hable negativamente de mis prójimos,
sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos;
a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras;
a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure
a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio;
a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta
todos los sufrimientos de mi prójimo».
Santa Faustina, Diario 163.
Atrévete con +
Fíjate en la oración y elige una frase para ponerla en práctica: mis oídos, mis manos,…