En todos los colegios de Madre Carmen vivimos el mes de mayo con corazón de Madre

A los tres días había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». 

En una boda en Caná de Galilea fue donde presencié el primero de sus milagros. Todavía no había llegado su hora, como Él dijo, pero lo hizo. Cambió ante mis ojos el agua en vino lo mismo que más tarde, ante vosotros, también transformaría el vino en sangre. Jesús todo lo hacía bien: tenía tanta vida que todo mejoraba entre sus manos. Por eso dije a los sirvientes -y también a vosotros-:

“Haced lo que Él os diga”. Y, a lo que os diga, responded, “¡sí, quiero!”.

Es la respuesta del compromiso, de la alianza sellada con Jesús. Él hace nuevas todas las cosas y no abandona nunca la obra de sus manos.

En Caná, Jesús hizo el primer signo, milagro que se repite cada vez que encuentra como respuesta un “sí, quiero”. No dejéis que se agote el vino. No tardéis en hacer lo que Él os diga. Más aún: “dejaos hacer por Él”. Estad atentos a sus dones y a sus llamadas. Él irá transformando vuestro corazón en uno semejante al suyo.

Aquella boda nunca la olvidaré. Tampoco ninguno de los momentos en que cualquiera de mis hijos, los que me entregó al pie de la cruz, responde con generosidad en las pequeñas cosas de cada día.

Si algún día el vino de la alegría, del amor, del perdón, de… comienza a escasear, contad conmigo. ¿No estoy yo aquí que soy vuestra Madre?

  • ¿Qué respuesta doy a las llamadas que el Señor me hace?
  • ¿De qué manera escucho a María que me dice “haced lo que Él os diga”?
  • ¿Cómo ayudo a otros a escuchar lo que Dios quiere de ellos?

Bajo tu amparo nos acogemos,

Santa Madre de Dios;

no deseches las súplicas que te dirigimos

en nuestras necesidades, antes bien,

líbranos siempre de todo peligro,

¡Oh Virgen, gloriosa y bendita! Amén.