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Cartas

De Madre Carmen tan solo se conservan algunos escritos, entre ellos unas pocas cartas escritas entre los años 1892 y 1899, año de su muerte. Ahora te proponemos que las leas y que su lectura te ayude a conocer un poco más a Madre Carmen y a profundizar en su carisma. En cada carta encontrarás una pequeña biografía de la persona a la que le fue dirigida la carta, su contenido completo y una pequeña reflexión sobre la misma. Las cartas las hemos dispuesto en orden cronológico al año que fueron escritas.

SOR CONSOLACIÓN DE SAN JOAQUÍN

Profesó el 16 de diciembre de 1886. Fue Superiora en Nava del Rey, en el Hospital Niño Dios, de Barcelona; en el Asilo Cuna y en Osuna, donde murió el 18 de abril de 1917.

Fue miembro del Capítulo General de Valladolid.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Madrid, 13 de junio de 1892.

Mi querida hija Sor Consolación, en Jesús y María:

He recibido la tuya y por ella veo va despacio lo del permiso del oratorio; pues entre tantas personas de tanto valimiento como rodean esa casa no han podido pedir directamente el permiso a Roma y así tal vez no les hubiera costado nada. A mí me gusta muy poco salgan ustedes a la calle ni para misa ni nada, y en estos días ya me harán el favor de no salir a la calle, pues aquí se dice que los trabajadores han presentado huelga y que no están muy bien las cosas públicas. Esto lo siento y te prohíbo que salgan para nada en los días que no haya tranquilidad pública.

De lo que me dices del velo de Sor Purificación, de ningún modo pidas tan pronto nada a las señoras. Si vio ella que lo tenía tan malo, por qué no lo cambió con una de las de Mataró, que ellas no tienen que salir a la calle. Así que por casualidad venga alguna de Mataró, yo escribiré a Sor Guadalupe que le mande uno de las hermanas y se lo cambias. Me alegro que Sor Purificación se vaya portando de manera que el señor Guerra le dé mejor fama.

Me alegro que el doctor Soler vaya a confesarla a la capilla.

Eso que tiene Sor Isabel en la cabeza que se lo cuide, no le vaya ese humor a los ojos. Y pregunta al médico si es contagioso.

De las cuentas de ahí, a mí ninguna me tienes que dar, pues yo, en gastos ni entradas de esa casa ni de la Cuna, nada tengo que ver, y es una tontería que pierdas tiempo en darme a mí esas cuentas que, como digo, nada tengo que ver.

Estoy en ésta desde el martes 7 de este mes; he venido a un asunto indispensable, casi puedo decir he salido de la cama para venir; pues hacía días estaba en cama con dolores de reuma y he tenido que salir a escape antes que Romero Robledo se marchara. Creo que estaré por aquí todavía unos ocho días. Si algo te ocurre puedes escribir aquí, calle Campomanes, número 5, 2.°, casa de don Ignacio Vázquez.

Desearé que no haya trastornos con los obreros en ésa, pues aunque no tiene que ver esto con vosotras, pero siempre me intranquiliza.

Tantas cosas a todas las hermanas y tened mucha caridad con los angelitos… Veremos cuándo Dios quiere tenga el gusto de verte, tu Madre, que te quiere y os bendice.

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

Si va por ahí el P. Rafael, tantas cosas de mi parte.

REFLEXIÓN

El lugar donde escribe la Madre esta vez no es Antequera sino Madrid, calle Campomanes, número 5. Allí debería estar todavía unos días más por asuntos de la Congregación.

La calle Campomanes en el corazón de Madrid, es una pequeña calle sin particular importancia.

Tenemos que confesar que ahora una mezcla de curiosidad y cariño nos ha llevado a detenernos ante el número 5 para ver si quedaba alguna huella de lo que pudo ser la casa en el año 1892. Efectivamente, parece que ha escapado de la mano despiadada del hombre en su afán de modernización de la ciudad. Es un edificio de cinco plantas, sólido y en buen estado de conservación, por lo menos en su fachada. Miramos atentamente la planta segunda, pero nos quedamos con la duda de cuál de sus balcones sería el de la habitación que ocupó la Madre. ¿Una tontería? Pues sí, pero las cosas accidentales también le dicen algo al corazón.

Lo importante ahora es el contenido de la carta.

La destinataria en esta fecha es Superiora del Hospital Niño Dios, de Barcelona.

Las notas que se destacan son:

Caridad.

Prudencia.

Calidad humana de la Madre.

A lo largo de la vida de la Madre se ve cómo salta obstáculos para saciar su sed de Eucaristía. Sin embargo, la prudencia la obliga a prohibir que sus Hijas se expongan al peligro existente. No quiere que salgan ni a Misa mientras dure aquel estado de cosas.

La Madre estaba preocupada por los sucesos de la ciudad. Ella, la mujer fuerte que no había dudado en 1869 vivir entre las dominicas del convento de Santa Catalina de Antequera, infundiéndoles valor ante los disturbios callejeros y el temor de los desmanes a los conventos, ni en 1873 teme marchar sola a las afueras de la ciudad para rogar al Jefe republicano un favor de una religiosa de Madre de Dios. Ella siente el sin sabor que los hechos sociales pueden provocar a las hermanas.

El siglo XIX fue para Cataluña una época de renacimiento cultural, social, económico. La progresiva industrialización dio una importancia cada vez mayor a la clase obrera; desde 1827 comenzaron los conflictos sociales y desde 1839 los movimientos asociativos. Estos hechos se corresponden con movimientos semejantes a nivel europeo y también es clara la preocupación social de la Iglesia. Ya hacía un año que León XIII había publicado la «Rerum Novarum», el 15 de mayo de 1891. A partir de 1890 surgen por primera vez la Jornada de 1.° de Mayo; las de 1890, 91, 92 (año en que escribe la Madre) y 93 fueron en Cataluña el origen de grandes conflictos de orden público. Desde febrero de 1892, los movimientos anarquistas hacían explotar bombas en Barcelona: en junio de este 7.º año (cuando la Madre escribe) se declaró el estado de sitio a esta ciudad; a todo ello se añadían las huelgas promovidas por los obreros.

Además: hay que tener en cuenta que la casa, desde su fundación hasta el día de la Encarnación de 1898, estaba situada en el pasaje Mercader, 3, y que, si bien hoy día es pleno centro de Barcelona, entonces correspondía al límite del municipio, tocando con la entrada del de Gracia; al final de la ciudad nueva, donde todavía había más campos y tierras baldías que casas urbanas, aquel lugar era el final de trayecto de los carruajes de línea que llegaban más a las afueras. Era un lugar solitario en el que pasaban bastantes ratos del día sin que se viera un alma. A la noche, la paz del lugar era casi tan campestre que se sentían muy bien cantar, como en un pueblo, los gallos de la vecindad.

A través de estos detalles podemos hacernos idea de cómo pensaría la Madre en aquellas hijas de Barcelona cada vez que tenía conocimiento de los sucesos terroristas que se sucedieron hasta 1897.

Pero volvamos a la carta.

Por más serios que fueran los asuntos que la retenían en Madrid, la Madre tiene la capacidad humana de saber bajar a los pequeños detalles, como el del velo de Sor Purificación; pero, sobre todo, la Madre siente el deber de educar a sus hijas y marcar pautas de comportamiento a la Congregación naciente, con una pedagogía maternal y firme. En este caso: resolver el problema «dentro» sin recurrir a soluciones fáciles desde nuestra vertiente, con menoscabo de la pobreza y de la edificación del prójimo.

Sin profundizar mucho, el problema del velo nos deja entrever algo precioso del compartir fraterno de las primeras hermanas, de su actitud de disponibilidad para intercambiar cuando fuera necesario. Nos cuestiona a su vez sobre nuestra disponibilidad y también sobre la transparencia a veces de nuestras apetencias de cosas materiales ante la propia familia o los seglares en general.

Otros detalles humanos de la Madre son su preocupación por la buena fama y por la salud de sus Hijas.

Y, finalmente, su fuerte: «mucha caridad con los angelitos». La recomendación es válida cualesquiera sean los destinatarios de nuestra acción apostólica.

Ante todo y sobre todo, «tened caridad».

SOR PASTORA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Sabemos de ella que era de Alicante y que hizo su Profesión temporal el 13 de mayo de 1891. Murió el 11 de enero de 1926 en el Hospital de Nava del Rey.

Fue una de las hermanas que realizaron sus estudios en Marchena, bajo la dirección de doña Amparo Peláez, admiradora y amiga de la Madre y bienhechora de la Congregación. Por doña Amparo sabemos la afirmación de la Madre al confiarle la dirección de los estudios de las hermanas: «Quiero a mis hijas más santas que sabias, más educadas que ilustradas.»

A Sor Pastora tenemos que agradecerle que nos haya conservado dos cartas de la Madre dirigidas, según se deduce, a Nava del Rey.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.
Antequera, 25 de agosto de 1894.

Mi querida hija Sor Pastora en Jesús y María:

Mucho me he alegrado hicieran bien el viaje y que estéis contentas; yo deseo con todas las veras de mi corazón que las niñas de la clase no tengan que echar de menos nada de la misma, sino que tú te animes y no estés tan cobardita como de costumbre, porque eso te perjudica, y lo que pasa que, sabiendo tú lo bastante, parece que nada sabes, y eso perjudicaría para la clase y no te haría a ti ningún favor, y así espero te animarás.

Yo no quiero demasiados extremos de besos y cariños con las niñas: pero sí quiero se les tenga buenos modales y se les trate con cariño y que ellas vean que adelantan. Instales a que hagan un trapo de costura bien hecha, y espero que en la parte espiritual no te descuidarás en nada; que todo lo de la Regla se cumpla y que por nada os dispenséis de la oración y la hagáis con el mayor respeto y atención, y lo mismo la preparación para la Comunión. Y esto mismo que te digo a ti quiero se lo digas a Olegaria, porque yo sentiría mucho que en las cosas espirituales aflojaseis vosotras, que con esto me daríais un gran pesar y daríais también muy mal ejemplo a vuestras hermanas. Así os encargo haya en vosotras buen espíritu y buena armonía; que cuando yo vaya en septiembre no me deis que sentir. A ser muy buenas y aprovechaos mucho.

Tantas cosas a todas las hermanas y tú recíbelas de las de aquí, y ya sabes cuánto te quiere tu Madre

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

Madre Carmen fundó una Congregación que tiene como uno de sus objetivos principales la educación cristiana de la infancia y juventud, con preferencia la más necesitada.

Cuando el amor mueve, no se contenta con sólo cumplir un expediente, sino que desea realizar bien lo bueno. Así, pues, además de contar, sin duda, con los consejos pedagógicos del P. Bernabé, profesor y lector durante años, ya desde el comienzo de la Congregación quisieron preparar a las hermanas con los estudios y prácticas oportunas, y enviaron a Granada a Pepita Rabaneda—M. Trinidad—, maestra ya y a Ana Martínez —Sor Patrocinio—; ambas eran muy jóvenes, diecinueve y veintidós años, respectivamente. En el Colegio Calderón, de las Hijas de la Caridad, realizaron un cursillo, de cinco meses de duración, sobre experiencia pedagógica. Mientras, doña Carmen y otras compañeras realizaban prácticas en el colegio que las mismas Hermanas de la Caridad tenían en Antequera.

Esta carta, escrita posiblemente en agosto de 1894, cuando la Madre contaba ya con bastante experiencia en la enseñanza, viene a ser para nosotras como la guía pedagógica de nuestra Madre: los alumnos han de contar con lo mejor; el profesor ha de tener suficiente confianza en sus posibilidades para bien de la educación; ha de respetar y amar al alumno; este necesita hacerse cargo de sus adelantos para cobrar nuevos estímulos; es conveniente motivar al alumno a que realice bien su trabajo; la pastoral ha de ser un objetivo preferente.

Pero si bien M. Carmen ha fundado teniendo en cuenta la enseñanza, recuerda a las hermanas que ante todo son religiosas. Espíritu religioso, armonía y aprovechamiento han de guiar las acciones por su ser de consagradas, por testimonio y por dar gusto a la Madre, que en definitiva, todo es amor a Dios.

Hoy resulta extraño el aviso sobre la preparación para comulgar cuando nos preparamos en la celebración de la Eucaristía. Hay que trasladarse a los tiempos y circunstancias que vivieron las primeras hermanas, que no eran 105 nuestros de sobreabundancia de la celebración eucarística. Pudo ocurrirles más de una vez a las que estaban en pueblos que les fuera imposible asistir a diario a la Santa Misa en días laborables. Había, si, la posibilidad de que un sacerdote les diera la Comunión. Es a esto a lo que se refiere la Madre.

Resumiendo: la carta es una llamada al trabajo, poniendo a contribución toda la persona, sin miedos y sin apagar el espíritu.

SOR PLÁCIDA DEL CRUCIFICADO

Catalana. Profesó el 3 de marzo de 1890 y murió, el 12 de enero de 1931, en el Sanatorio Marítimo, de Barcelona.

Como datos curiosos de su vida podemos recordar lo que ella misma afirmó sobre el impacto que le produjo la figura venerable y el porte señorial de M. Carmen en Tiana, que fue como la chispa que prendió en su alma y despertó su vocación. «En seguida —dice—pensé hacerme religiosa.» Su espíritu Joven no pudo contener la emoción y «aquello que le pasaba dentro» y sintió la necesidad de llamar a sus amigas para mostrarles a Santa Teresa.

La cosa fue madurando. Manifestó a su madre sus deseos y, vencidas las dificultades, ingresó en la Congregación.

Sor Plácida es también quien, por haberse arrodillado en el coro con «el atuendo de limpieza», nos da ocasión para saber con qué respeto y compostura deseaba la Madre que estemos en la Casa del Señor.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 12 de mayo de 1895 (?).

Mi querida hija Sor Plácida en Jesús y María:

Mucho siento que carezcáis de mis noticias; pues aunque yo no escriba muy a menudo, pero nunca pasa mucho tiempo, pues cuando me caí lo hacía una hermana en mi nombre. Mas no por eso os tengo yo en olvido; no, hija mía. Aquí me tenéis siempre, dispuesta a sacrificarme por vosotras en todo lo que sea necesario. Yo, cuando pueda ya iré a ésa, y si no hay ningún inconveniente, con mucho gusto te daré la profesión; pues por mi parte no tengo ninguno más que mi falta de salud y mis muchas atenciones, que me privan el viajar cuando lo quisiera. Ten tú mucha paciencia en todo, procura llevar todas las cosas con la mayor resignación y ve de adelantar cada día más y más en la virtud y ser muy recogida, muy espiritual, muy amante de la Santa Regla y aprende la vida del Calvario que es la más segura y la más provechosa para el alma. No hay que apurarse por nada: todo lo que padezcáis sea por Dios nuestro Señor; así no perderéis el mérito de vuestros trabajos, y si alguna vez os encontráis fatigadas y me queréis escribir para desahogaros conmigo, nadie os lo puede impedir.

Digo nadie porque me concreto a las superioras locales, que no tienen derecho ni a impedir que me escribáis vosotras ni pueden leer las cartas; cometerían un pecado.

Tú, hija mía, aplícate mucho a las clases y que saques mucho fruto de esas niñas. Dime si han cumplido con la Iglesia esas niñas de la clase. Ruega mucho al Señor por mí para que pronto se arreglen las cosas y tenga el gusto de poder ir pronto y darte la profesión y un estrecho abrazo de tu Madre que te quiere.

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

«Siempre dispuesta a sacrificarme por vosotras en todo lo que sea necesario.» Este testimonio de primera persona es ofrecimiento, es humilde reconocimiento de su función y es resumen de lo que fue su vida: vivió para Gloria de Dios y para el bien de los hermanos, desde los más próximos hasta todos aquellos a quienes pudiera llegar su acción y entrega en el Cuerpo Místico.

En esta carta hay una alusión a su caída. Conocemos varias, provocadas por empujones dados por el mismo demonio. No sabemos a cuál de ellas se referiría; podemos descartar la caída por la escalera del claustro, la que se le complicó por la aplicación de sanguijuelas, ya que, según testimonio de Sor Gertrudis, esta caída tuvo lugar casi recién llegada a la Victoria. Pudiera ser aquella otra que tuvo junto a la fuente del patio, de la que sabemos tuvo que guardar cama. Durante el tiempo en que padeció las consecuencias de la caída, ella seguía con las actividades propias de su cargo, ayudada por una hermana. Al leer esta carta viene a la memoria una frase que más de una vez oímos de labios de don Manuel González, «el Obispo del Sagrario abandonado»: «Más vale hambre sin Comunión que Comunión sin hambre.»

De la respuesta se deduce que Sor Plácida ha expresado sus deseos de profesar. La Madre lo ha recogido y le contesta brevemente para pasar a lo que es básico en el seguimiento de Jesucristo: paciencia, resignación, vida espiritual o interior, santa Regla, sin eludir ni atenuar el núcleo del misterio: la cruz. «La vida de calvario es la más segura y provechosa para el alma.»

Gracias a esta carta podemos conocer parte de su lección del Crucifijo; si la leemos delante del Crucificado parecerá que está ella misma susurrándola en nuestro oído y ayudándonos en nuestra entrega.

La Madre ama a Dios y sabe que la salvación nos viene a través de la Muerte y Resurrección de Cristo, y que nosotros estamos llamados a la corredención; pero también ella ama a las hermanas con el mismo amor que Dios les tiene, y de ahí su afán de consolar, ayudar, confortar: «Venid a mí todos los que estáis atribulados y yo os aliviaré.»

Las obras de Apostolado forman parte de esta misma vida en Dios. La Congregación ha de trabajar para el bien de los hombres: vida interior, educación, asistencia…

SOR GERTRUDIS DEL NIÑO JESÚS

Natural de Tolosa. Profesó el 2 de abril de 1886. Fue Consejera General y varias veces Superiora del Colegio de Santa Ángela de Osuna. Murió en la Casa madre el 27 de diciembre de 1937.

Somos muchas las que hemos conocido y convivido con M. Gertrudis y las que algún día recibimos de ella no una regañeta (que no daba para tanto el «fogonazo»), sino una exclamación, un gesto de protesta o un tirón del papel del canto que teníamos en las manos No nos asustaba demasiado. Sabíamos que aquello no era nada.

A cambio de esto, muchos días, todos los días, M. Gertrudis nos daba, con su ejemplo, grandes lecciones de humildad, de obediencia, de delicadeza de conciencia, de tenacidad en el trabajo, de dureza consigo misma.

Vasca, de carácter fuerte y capaz de reaccionar en positivo, de girar 180 grados cada vez que fuera necesario empezar de nuevo.

Fue también un modelo en su fidelidad a nuestros Fundadores, por quienes sentía una gran admiración y cariño.

Sabemos de sus padres que eran profundamente cristianos y que tuvieron la suerte de tener sus siete hijos, todos sus hijos, religiosos.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Nava del Rey (diciembre del 95).

Mi querida hija Sor Gertrudis.

Me alegraré hayáis hecho bien el viaje, yo sigo regular. Ignoro si se habrá podido proporcionar, para la novena, el armonio de don Manuel; creo lo iba a pedir Sor Constancia, porque parece que Dolores Barnuevo le ha negado el suyo, pues dice lo han estropeado en Santo Domingo. Así es que deseo me escribas cómo estáis haciendo la novena, y ya sabes todo lo que yo deseo: que yo pueda decir que tú eres una verdadera hija mía, que sabes interpretar bien mis deseos y mis órdenes. Ya sabes, mucha prudencia con todas: que los cantos, y todo sean para gloria de Dios; y que no se lleve nada el diablo; en ti consiste todo. Tú has de ser el timón de la prudencia con unas y con otras, y tu buen ejemplo hará que las demás te imiten. Que cuides de ti y que cuando necesites una cosa, si no te la dan, la pides, y las hermanas que coman bien; ya encargo a M. Ángela que os cuide bien.

He recibido carta de doña Concha, y me decía que se llevaran ustedes los bastidores y los métodos de piano de las niñas; yo ya le digo a M. Ángela le avise que yo he recibido su carta y que, como yo iré a Osuna, que le llevaré lo que pide. Esto me prueba no piensan volver las niñas, cosa que extraño y no sé lo que pensar: casi me figuro si serán temores de que Rosarito quiera ser religiosa; no sé por qué me lo figuro; pero tú calla y no te des por entendida de nada.

Cuando vaya, ya tengo buenos caramelos para las cantoras, dales memorias a todas y mucho cuidadito con todo, todo; ya tú sabes lo que te digo. Adiós. Y ruega a nuestro Señor por tu Madre, que te quiere,

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

P.S. —Si tuviera Sor Verónica la música del Veni, Creator Spiritus y del Te Deum, los cantarían en la profesión. Mañana entran de Ejercicios y ya daría tiempo para la profesión, pero sería necesario lo tuviera aquí. Que no te olvides de los pimientos que te encargó mi hermana Teresa.

REFLEXIÓN

Dirigida a Osuna, según se deduce por las personas que nombra. No hay que preguntar de qué novena se trata. En diciembre, seguro, la de la Inmaculada.

La Madre se ocupa del detalle del armonio y manifiesta sus deseos de que todo sea para gloria de Dios. Es su preocupación de siempre. Que no se pierda nada. Entre líneas se lee que pasa algo; que están viviendo circunstancias especiales que requieren mucha prudencia. La recomienda y confía en Sor Gertrudis.

¿Quién era doña Concha y qué relación tenía con la Madre y con la Congregación?

Había conocido a la Madre incidentalmente antes de la fundación de Osuna. Valoraba mucho su personalidad y le tenía gran estima. Pertenecía a una familia muy cristiana de la alta clase social de Osuna. Estaba casada con don Juan Barnuevo, hijo de los Marqueses de Ariño. Fue gran bienhechora de la casa de Osuna. Sus hijas Rosarito y Pilar se educaron internas en la Victoria en tiempos de nuestra Madre. Este hecho nos confirma que la Madre no fue exclusivista. Prefería a los pobres, pero estuvo abierta a todos.

Son simpáticos los detalles de los caramelos, de la música para Sor Verónica y de los pimientos. La Madre está en todo.

En resumen:

Sencillez en lo que se refiere a su persona; reflexión cordial, diálogo familiar: interés por los medios de apostolado, pastoral y culto; pequeños y afectuosos detalles con las hermanas y conocidos; consejos de prudencia, de necesidad del testimonio, de sencillez y humildad en la propia necesidad.

Son éstos los rasgos que dibujan a M. Carmen a través de esta carta que dirige a Sor Gertrudis y son también el perfil del quehacer de la Superiora de una Comunidad, según ella misma señala a Sor Gertrudis, Superiora entonces de la casa de Osuna.

SOR CARMEN DE LA CRUZ

Profesó el 2 de abril de 1886. Fue Superiora de la casa de Mataró. Murió en la Casa madre.

Antequerana. Posiblemente a esto se deba que llevara la primera el nombre de la Madre Fundadora. Tenía dos hermanas más en la Congregación: Sor Matilde y Sor Purificación, y también un hermano sacerdote, don Manuel.

Creo que viene al caso una anécdota traída de la lejanía de la adolescencia allá por el año 21, con ocasión de una visita a las Hermanas de la Victoria.

Fue en la huerta una tarde de verano. Allí, delante del muro de la Escuela Seráfica, había una hermana regando las flores.

Se nos dijo: «Es la Madre Carmen —y bajito—: tiene un cáncer, está operada.» Creo que le faltaba un brazo.

El 2 de enero del año siguiente, 1922, la M. Carmen se fue a la Casa del Padre.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 6 de mayo de 1896.

Mi querida hija Sor Carmen en Jesús y María:

Voy a complacerte en los deseos que tienes en saber de mí.

Estoy, gracias a Dios, mejor. He tenido, por espacio de cuatro meses o más, un fuerte dolor en los riñones y además un nuevo padecimiento, que se me ha desarrollado, del corazón: me han dado varios ataques bien fuertes, pero gracias a Dios estoy mejor, aunque bien no creo lo estaré nunca, porque no es posible: no es poco el que esté viva. Vosotras pedidle mucho a Dios que yo haga en todo su santísima Voluntad y que, ya que tantas y tantas amarguras experimento en este mundo miserable, que todo me sirva para la santificación de mi alma, que es a lo que aspiro en este mundo; lo demás me es completamente indiferente. Así quiero seáis vosotras: completamente indiferentes a todas las cosas de esta vida, no ocuparos mas que del importante negocio de vuestra salvación, hacedlo todo puramente, por Dios.

Qué cuenta dará al Señor toda religiosa que se le pase el tiempo o bien en conversaciones impropias de su estado, o bien perdiendo el tiempo en cosas no sólo perjudiciales para ella misma, sino como causa de escándalo. No hija mía, no seáis vosotras de ésas. Sed muy puntuales para cumplir vuestras reglas; guardad mucho silencio, para poder tener mucha presencia de Dios, y de este modo no estéis tan expuestas para disiparos y aun para caer en cualquier falta por dejar ir a la imaginación. Cuánto he trabajado yo hasta conseguir esto en esta santa Casa, en la que, por la misericordia de Dios, se vive en gran paz y unión, y tan recogidas que estas criaturas no tienen trato más que con Dios y conmigo. Jamás salen al recibidor con nadie y, como a las gentes nada se les escapa, estuvo un día aquí el señor Vicario a ver un lindísimo amito que se le regaló al señor Obispo de Málaga antes de marcharse a Sevilla y, cuando lo vio y admiró me dijo: «Con razón se dice que las monjas de usted son las más primorosas de Antequera y las más virtuosas.» Ya comprenderás que mucho me halago esto último que se decía eran las más virtuosas; pues ya lo dice con razón, porque están metiditas en su convento sin andar ni arriba ni abajo, en sus rezos y en sus labores. Así quiero que seáis vosotras, pues lo mismo que deseo para las de aquí, deseo para todas vosotras. Mientras más escondidas estéis y más retiradas de las criaturas, más agradaréis a Dios y mejor ejemplo daréis a las criaturas; que tan necesario es hoy el que las religiosas sean recogidas y se porten con el decoro que corresponde al santo hábito que llevan. Pero… qué pena de tantas que, por no obrar como deben, lo deshonran y pisotean sus santos votos No seáis hijas mías, ninguna de vosotras de estas desgraciadas. Sed humildes, guardad mucho silencio. Mucha caridad unas con otras, mucha presencia de Dios mucha oración; esto os lo aconsejo a todas.

Dales también mis recuerdos y rogad a Dios por la que tan de corazón os da estos consejos, y os ruego no los olvidéis nunca, aunque yo deje de existir; practicadlos en memoria de tu Madre, que os quiere de corazón.

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

Por este tiempo, Sor Carmen estaba en Santa María del Puig. Allí recibiría esta carta, que debió tener un doble efecto: pena por saber que el peso de la cruz está teniendo fuerte repercusión en la salud de la Madre, y de aliento y estímulo.

No hace falta que la Madre diga: «Sed imitadores míos» (Fil. 3,17). Ni es preciso ser lince para ver con ojos limpios de hijas fieles la actitud y el comportamiento de la Madre en las horas de prueba. Debía ser para las hermanas un enorme estímulo a seguir adelante.

Referente a las cosas que pasaban, lo que es sabido de todas, no hay que negarlo; pero la Madre sabe poner las cosas en su sitio, establecer una jerarquía: Voluntad de Dios, santificación personal y del prójimo, y, muy por debajo, las otras cosas.

Como otras cartas, ésta también es una llamada a la vida interior, silencio, recogimiento, clima de oración y de intimidad con el Señor.

Por este medio: la paz y la unión de las hermanas, y el testimonio. La Comunidad de Antequera de aquel tiempo dio a la Madre una compensación de su trabajo por conseguirlo.

A un siglo de distancia, es para pensar que, sin este elemento de una intensa vida interior, nuestra acción dejaría de ser Franciscana de los SS. CC., dejaría de ser evangelizadora, para convertirse en activismo.

SOR PLACIDA DEL CRUCIFICADO

Catalana. Profesó el 3 de marzo de 1890 y murió, el 12 de enero de 1931, en el Sanatorio Marítimo, de Barcelona.

Como datos curiosos de su vida podemos recordar lo que ella misma afirmó sobre el impacto que le produjo la figura venerable y el porte señorial de M. Carmen en Tiana, que fue como la chispa que prendió en su alma y despertó su vocación. «En seguida —dice—pensé hacerme religiosa.» Su espíritu Joven no pudo contener la emoción y «aquello que le pasaba dentro» y sintió la necesidad de llamar a sus amigas para mostrarles a Santa Teresa.

La cosa fue madurando. Manifestó a su madre sus deseos y, vencidas las dificultades, ingresó en la Congregación.

Sor Plácida es también quien, por haberse arrodillado en el coro con «el atuendo de limpieza», nos da ocasión para saber con qué respeto y compostura deseaba la Madre que estemos en la Casa del Señor.

SOR MATILDE MARÍA DEL BUEN PASTOR

Antequerana, hermana de Sor Carmen de la Cruz y de Sor Purificación. Profesó el 1 de octubre de 1891. Murió en una clínica de Valladolid, en 1932.

SOR MARÍA LUISA DE LAS SAGRADAS LLAGAS

Murciana. Profesó el 20 de octubre de 1892. Su vida estuvo muy ligada a Nava del Rey, donde vivió muchos años y en donde murió.

Sencillamente franciscana, de carácter abierto, de buen humor, sacrificada, laboriosa, amante de la pobreza y muy caritativa con todas y contenta en su trabajo de cocina, bastante duro entonces por la falta de medios y por las particulares circunstancias de la casa. Así se preparó a la llamada del Padre, que fue el 10 de enero de 1940.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 12 de febrero de 1897.

Mis queridas hijas Sor Plácida, Sor Matilde y Sor María Luisa:

Os doy la enhorabuena por haber tenido la dicha de veros hechas esposas de Jesucristo. ¡Ay, hijas mías, a qué grado de amor de Jesús habéis llegado; cuánta dicha tenéis; cuántas criaturitas habrá por ese pervertido mundo que no han tenido la dicha de vosotras! ¡Cuán obligadas estáis a corresponder a tanto favor! Ya comprendo habréis hecho grandes propósitos de un completo cambio de vida; pero éste no sea para tres días. No, hijas mías. Consagraos de todo corazón a vuestro Esposo Jesús y sed muy celosas de no faltarle nunca y de corresponderle como es debido. Tened siempre presencia de Dios y así no perderéis el tiempo. Que os acordéis mucho de mí el día 20 de febrero, que hace años de mi profesión de votos perpetuos. Este día será probable haya en ésta profesiones y toma de habido- díganselo de mi parte a M. María Tura que si no me da tiempo a escribirle, que el día 20 les ofrezca la sagrada comunión y todas rueguen a Dios por mi. Tantas cosas a todas las hermanas, Y sabed que siempre os tiene presente en sus oraciones vuestra Madre que os bendice

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

Hacía sólo siete días que las hermanas a quienes va dirigida esta carta habían hecho la profesión perpetua en Barcelona, junto a otras cuatro hermanas.

Estas hermanas —Sor Plácida, Sor Matilde y Sor Luisa— vivían en la Comunidad de Santa María del Puig: Sor Fidela de los Sagrados Corazones, en la casa de Tiana; Sor Rosa María de la Trinidad y Sor Antonia María del Crucificado, en Mataró, y Sor Faustina de las Sagradas Llagas, en Barcelona.

Con ocasión de esta celebración, M. Carmen escribe a las hermanas para felicitarlas. Sólo conservamos dos de las cuatro cartas escritas este día 12 de febrero. Aun cuando nuestro deseo seria tener todos sus escritos, nos bastan estas líneas y las dirigidas a Sor Fidela para poder recibir el mensaje de la Madre. Es una carta de circunstancias, pero no pura fórmula. La Madre aprovecha la ocasión para ponderar el enorme peso del Amor de Dios de que han sido objeto cada una de las tres al ser llamadas a la vida religiosa. Una vez más, la Madre manifiesta su fe en la vocación como iniciativa de Dios, como regalo del amor del Señor que no fuerza sino que pide y espera y, por nuestra parte, cuando libremente hemos dicho si, nos obliga a una correspondencia de por vida, como respuesta de amor al Amor.

Porque esto es así, para M. Carmen el aniversario de su Profesión no es un día cualquiera; pide oraciones para tomar de nuevo conciencia, agradecer y empezar otra vez con nuevo fervor.

Lo mismo desea para las que ese día van a comenzar su vida religiosa.

Según testimonio de M. María Ángela, sabemos que Madre Carmen siempre mostraba respeto y sumisión a M. Magdalena y a las otras Madres del Consejo, y que costó trabajo que ella recibiera los votos de las hermanas en este día aludido de 20 de febrero de 1898.

SEGUNDA CARTA A SOR PASTORA

Sabemos de ella que era de Alicante y que hizo su Profesión temporal el 13 de mayo de 1891. Murió el 11 de enero de 1926 en el Hospital de Nava del Rey.

Fue una de las hermanas que realizaron sus estudios en Marchena, bajo la dirección de doña Amparo Peláez, admiradora y amiga de la Madre y bienhechora de la Congregación. Por doña Amparo sabemos la afirmación de la Madre al confiarle la dirección de los estudios de las hermanas: «Quiero a mis hijas más santas que sabias, más educadas que ilustradas.»

A Sor Pastora tenemos que agradecerle que nos haya conservado dos cartas de la Madre dirigidas, según se deduce, a Nava del Rey.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 19 de abril de 1897.

Mi querida hija Sor Pastora en Jesús y María:

He recibido la tuya y me alegro hayáis pasado muy recogiditas los días de Semana Santa. Tuve carta de Sor María Josefa, pero no me da la dirección de dónde paraba y no le he podido contestar. Ya he visto el viaje tan desgraciado que han hecho; me decía lo poco que habían recogido. ¡Quiera Dios que algún alma buena le haya abierto las puertas de la misericordia!… Ya le digo a don Tomás, y te digo a ti también, que el 26 salgo de ésta, descanso en Madrid el 27 y salgo de nuevo por la noche para llegar el 28 por la mañana. A ver si el hermano de Sor Carlota, o persona de confianza, pudiera esperarnos en Medina del Campo, porque Dios sabe cómo llegaré.

Deseo me digas, a vuelta de correo, si hace mucho frío, para que me sirva de gobierno, porque con mis dolores de reuma no me puedo aligerar de ropa porque en seguida, si hace frío, me pongo peor; y como aquí hace mucho calor, yo ya he soltado mucho abrigo, y por eso te lo pregunto, porque no quiero ponerme peor de lo que estoy hasta que pase el Capítulo; en pasando, ya todo me es indiferente.

Recuerdos a las hermanas y que estéis muy unidas; que haya mucha paz y caridad entra vosotras; que cuando venga la Madre que no tenga de qué quejarse ninguna. Dile a Sor Dositea que será complacida en Su petición. Adiós y ruega mucho por tu madre que te quiere

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

La fecha de esta carta es muy interesante. La Congregación se encontraba a menos de un mes de distancia del Capítulo General que debía celebrarse en Valladolid el 13 de mayo próximo. La Madre Fundadora llevaba trece años tratando de encauzar la Congregación. Lo fundacional está terminado y la Madre ha sido el instrumento de que Dios se ha valido. El Capítulo de Valladolid abrirá una etapa diferente. La Fundadora lo espera serena. Trata de poner los medios para llegar hasta allí a pesar de su mala salud. Pasado el Capítulo—dirá ella—, «ya todo me es indiferente». Sabe que la Congregación es de Dios y Dios tiene una Providencia inagotable. En paz podía decir como Francisco. «He hecho mi parte, la vuestra os la enseñe Cristo.» La alusión a Sor María Josefa nos hace ver qué circunstancias excepcionales habían exigido salir a pedir y que el viaje no había tenido compensación. La Madre no quiso la mendicidad para la Congregación. «Prohíbo —dijo en cierta ocasión—pedir limosna de puerta en puerta.» Así lo oímos de labios de nuestras hermanas. La carta termina con un triple encargo que todas debemos guardar en el corazón:
  • Unión.
  • Paz.
  • Caridad.
Lo que las Constituciones habían recogido como «espíritu de familia», como disposición general de caridad que aglutina, da coherencia, es vida y da vida.  

SOR CARMEN DE LA CRUZ

Profesó el 2 de abril de 1886. Fue Superiora de la casa de Mataró. Murió en la Casa madre.

Antequerana. Posiblemente a esto se deba que llevara la primera el nombre de la Madre Fundadora. Tenía dos hermanas más en la Congregación: Sor Matilde y Sor Purificación, y también un hermano sacerdote, don Manuel.

Creo que viene al caso una anécdota traída de la lejanía de la adolescencia allá por el año 21, con ocasión de una visita a las Hermanas de la Victoria.

Fue en la huerta una tarde de verano. Allí, delante del muro de la Escuela Seráfica, había una hermana regando las flores.

Se nos dijo: «Es la Madre Carmen —y bajito—: tiene un cáncer, está operada.» Creo que le faltaba un brazo.

El 2 de enero del año siguiente, 1922, la M. Carmen se fue a la Casa del Padre.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 24 de abril de 1897.

Mi querida hija Sor Carmen en Jesús y María:

Ya hace muchos días deseaba escribirte para darte mis noticias, como deseas, de mi salud. Y te diré que, gracias a Dios, estoy mejor de la enfermedad que tengo en los riñones, que es lo peor que tengo. Me ha visto un médico muy bueno, no de los de aquí, y las medicinas que me ha mandado me están sentando muy bien; gracias a Dios estoy mejor.

Siento darte una mala noticia, pero para que lo encomiendes a Dios: ayer se enterró a tu tío Romualdo (que en paz descanse), le repitió la parálisis el Sábado Santo. Estaba aquí.

Como supongo te quedarás al frente de esa casa mientras la M. Luisa va al Capítulo, te encargo mucho el buen orden entre vosotras, y que procuréis vivir bien recogidas y dando muy buen ejemplo; pues desgraciadamente no tengo muy buenos antecedentes de esa casa, y comprendo que, aunque no lo manifiesten, no están muy contentos ni don Antonio ni doña Elisa; y sé algunas cosas aunque vosotras no me las decís, y por esto te encargo mucho cuidado, que no tengan nada que decir de vosotras, pues, según tengo entendido, están en ésa ahora don Antonio y doña Elisa. Que os portéis muy bien con ellos, que no tengan nada que decir de vosotras, y en la casa que haya mucho orden. No te apures por nada. Aunque ya he cumplido yo mis doce años y debe otra ocupar mi sitio, no por eso os apuréis. Yo siempre soy vuestra Madre y os querré lo mismo. Vosotras pedidle mucho al Señor que todo se haga como convenga mejor para gloria de Dios y bien de la Congregación.

A las hermanas que tengan ésta por suya y dales recuerdos a todas; y rogad mucho a Dios para que pueda hacer un buen viaje, que buen trabajo es teniendo, como tengo, los pies tan hinchados; pero confío en Dios, que de todo me sacará en paz, pues son de temer las subidas y bajadas de los trenes. A M. Luisa dile que no le escribo porque pronto, si Dios no dispone otra cosa, tendré el gusto de verla, y que si quiere algo, aunque ya creo está enterada de todo.

Os quiere y bendice tu Madre,

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

Madre interesada por el bien de sus hijas y de las obras de la Congregación, da a Sor Carmen unos consejos para el bien de esta Comunidad de Santa María del Puig. En Julio haría cuatro años que cinco hermanas se establecieron en esta Comunidad de Esparraguera, en las faldas mismas de Montserrat; tenían a su cargo la educación de niños hasta los siete años y de niñas hasta completar la enseñanza elemental, así como una escuela nocturna en la Colonia de don Antonio Sedó y compañía. Este tipo de colonias abundan por Cataluña; en torno de una fábrica textil, establecida en el siglo pasado en los márgenes de los ríos Llobregat y Cardoner, construía el dueño una colonia, es decir, un pequeño pueblo que quedaba dirigido por él. La atención a las obreras e hijos de obreros tuvieron un interés primordial para la Madre. Este apostolado seguido en una colonia industrial necesitaba, pues, de una relación positiva y de testimonio con los mismos dueños.

Lo más importante es la referencia al Capítulo ya cercano, para cuyo resultado quiere que las hermanas tengan la serena disponibilidad que ella tiene y de antemano acepten lo que Dios quiera.

Como lo único que importa es la Voluntad de Dios, pide oraciones para que se haga en todo.

SOR PLÁCIDA

Catalana. Profesó el 3 de marzo de 1890 y murió, el 12 de enero de 1931, en el Sanatorio Marítimo, de Barcelona.

Como datos curiosos de su vida podemos recordar lo que ella misma afirmó sobre el impacto que le produjo la figura venerable y el porte señorial de M. Carmen en Tiana, que fue como la chispa que prendió en su alma y despertó su vocación. «En seguida —dice—pensé hacerme religiosa.» Su espíritu Joven no pudo contener la emoción y «aquello que le pasaba dentro» y sintió la necesidad de llamar a sus amigas para mostrarles a Santa Teresa.

La cosa fue madurando. Manifestó a su madre sus deseos y, vencidas las dificultades, ingresó en la Congregación.

Sor Plácida es también quien, por haberse arrodillado en el coro con «el atuendo de limpieza», nos da ocasión para saber con qué respeto y compostura deseaba la Madre que estemos en la Casa del Señor.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 24 de octubre de 1897.

Mi querida hija Sor Plácida en Jesús y María:

Ya te creerás olvidada de mí. No, hija mía. No te he contestado porque he estado muy mal. Primero tuve un avispero en la mano derecha: después me salieron unos granos de sangre en la cara; que me hizo sufrir mucho todo esto y guardar cama. Y ya que estaba mejor me atacó tan fuerte constipado que he estado más de quince días en cama. Por todo esto no te he escrito antes. Ahora lo hago para decirte que tengas buen ánimo y que estés muy recogidita y aprovechándote mucho en las cosas espirituales; que si Dios quiere, ya profesarás. Está tranquila que, aunque se va retardando, tú profesarás. Las dificultades que tal vez sean causa de que se vaya retardando no son por causa tuya y si por otras, que no dejan de presentarse algunas dificultades; pero esto en nada te perjudica a ti. Tú sólo te has de concretar a irte preparando para ser una buena religiosa y ser muy amante de tu Congregación para que no hagas de Judas, como otras han hecho. Vive muy recogidita para que tengas mucha presencia de Dios. Ten por costumbre repasar varias veces al día tu conciencia, a ver cómo te comportas con Dios, y renueva con frecuencia tus grandes deseos de perfección. Y también acuérdate mucho de rogar a Dios por mí, que mucho lo necesito, porque mi salud está perdida y, por razón natural, la vida que me queda ha de ser corta, y así no te olvides de rogar por mí, que mucho lo agradece tu Madre que te quiere.

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

Esta carta nos demuestra que el estado de salud de la Madre va siendo cada vez peor. Nos confirma su empeño de que las hermanas vivan en tensión de santidad. Ante todo, y, sobre todo, Dios. Para ello quitar obstáculos: purificación y poner los medios: aspiración a sólo Dios, fomentar los deseos de santidad, no a saltos, sino cada día. No es luchar solos, sino con la gracia de Dios, y así perseverancia y aguante en fidelidad hasta morir. Para lograrlo, oración, estar pendientes de Dios.

Esto es ser Franciscanas de los Sagrados Corazones.

SOR FIDELA DE LOS SAGRADOS CORAZONES

Sor Fidela. ¿Quién era? Una hermana catalana, de temperamento nervioso, activa. La recordamos expresiva y conversadora.

Profesó temporalmente el 16 de julio de 1892. Desempeñó varias veces el oficio de Superiora. Murió en el Sanatorio Marítimo de Barcelona, a los ochenta y seis años.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 12 de febrero de 1898.

Mi querida hija Sor Fidela:

He recibido la tuya y mucho me alegro estés contenta. Ya le debes estar agradecida al Señor, que tan gran beneficio te ha hecho ahora al consagrarte toda a El. A no perder, así ni un momento que no estés consagrada a tu Dios. Que procures estar siempre muy recogida para guardar la presencia de Dios, y no pierdas jamás el tiempo en conversaciones inútiles y acaso perjudiciales, sino que todas tus conversaciones y aspiraciones sean sólo para tu Dios y la guarda de la santa Regla con toda exactitud, a fin de que te hagas una santa, que es lo que desea tu Madre, que te quiere,

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

Es una carta de respuesta a la de Sor Fidela en la que le comunica que ya es un hecho su Profesión religiosa.

La noticia tiene fuerte resonancia en el corazón de la Madre, que comparte con la recién profesa el gozo por el don recibido.

Y por eso, porque se trata de un don, la primera mirada al Dador de todo bien porque ha hecho cosas grandes. Pero el don que ha recibido la hermana no es simplemente algo que debe valorar y guardar para que no se pierda. Es, sí, una invitación a mantener la actitud humilde de Pablo: «¿Qué tienes que no hayas recibido?» Y la de Francisco de Asís en su tan repetido: «El Señor me dio.»

Para Madre Carmen, la Profesión es «un gran beneficio» que reclama de Sor Fidela una respuesta viviendo a la altura de la gracia recibida, una respuesta de amor al Amor gratuito de Dios, una actitud de fidelidad a la alianza. Y esto no por un momento ni por unos días, sino siempre, sin perder tiempo.

Madre Carmen puede decir que la caridad de Cristo la urge y siente la necesidad de urgir a sus hijas a caminar sin rodeos a la santidad.

Nada de aspiraciones etéreas, sino poniendo los medios:

  • Aprovechar el tiempo.
  • Evitar palabras inútiles.
  • Cuidar mucho más de no herir ni lastimar a nadie con palabras poco caritativas.
  • Guardar la Regla con fidelidad.

Y así aspirar a sólo Dios. Es una aspiración que recuerda otra: «Ninguna otra cosa deseemos, ninguna otra cosa queramos, ninguna otra cosa nos agrade y deleite sino nuestro Creador y Redentor y Salvador…» (1 Rg. 23. Const. 3.)

Cuando habían pasado sesenta años de escrita esta carta Sor Fidela dejaba este mundo para entrar en la eternidad. Suponemos que en tan largos años leería una y otra vez las palabras de la Madre, que supo conservar con tanto cariño.

Si las puso en práctica a lo largo de su vida, dichosa ella que así se preparó para entrar en la Casa del Padre.

«Bienaventurados también los que creerán sin haber visto.» Dichosas, felices nosotras, si cada día entendemos que el mensaje en forma sencilla de los escritos de la Madre es para cada una, para mi y para hoy.

No basta acogerlo con emoción, sino responder con amor.

SOR CAMILA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Profesó el 16 de Julio de 1892.

Fue Superiora en Mataró y Torregrosa. Después, Consejera General y Superiora de la Casa madre, donde murió el 30 de mayo de 1945.

De ella dijo el Emmo. Sr. Cardenal Cascajares a nuestra Madre: «Que Dios le depare, Madre Carmen, muchas religiosas como Madre Camila.»

¿Qué decimos nosotras? Era castellana, de pequeña estatura, de corazón y de inteligencia grandes, con una memoria nada común, vivaracha, activa, entusiasta, fácil a la emoción y comunicativa. Era una de las del grupo que estudiaron bajo la dirección de doña Amparo Peláez.

Todavía quedan personas que nos podrían hablar de sus afanes en Torregrosa. Fue mujer de una gran fe. De su devoción a San José saben todas las que vivieron algún tiempo con ella.

Trató de cerca a nuestra Madre Fundadora desde 1886 hasta su muerte.

En la historia de la Congregación, Madre Camila figura como una de las Hijas más fieles de la Madre Carmen.

Ha sido también una de las Hermanas que han aportado más valioso material para el proceso de Beatificación de la Madre con sus declaraciones.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 1 de mayo de 1898

Mi querida hija Sor Camila en Jesús y María:

 

Mucho me alegro te encuentres más mejorada de cuerpo y más tranquila de espíritu. Yo estuve unos días mejorcita y algo más animada. Bajo algunas tardes a la huerta, que está deliciosa con tantas flores, y después vine a parar en un ataque de reuma tan fuerte que me ha tenido ocho días en cama sin poder descansar ni de noche ni de día. Ayer me levanté un poco mejor; veremos qué verano se me presenta, pues no he empezado muy bien. Aquí hace unos calores grandes, como si fuera riguroso verano; esto me hace sudar atrozmente, y cuando se me enfría el sudor me dan los dolores; así es que no tengo día bueno: pídele mucho a Dios por mí, que bien lo necesito para tirar de tantos males.

Sor Eufemia está tan entusiasmada con el mes de María. De la novena de San Francisco de Paula salió muy bien, pero también cansada. Se ha puesto tan contenta cuando le he dicho que ya le estoy preparando cositas para mandarle cuando vaya M. Magdalena.

De mí, hija mía, debo decirte que perdáis las esperanzas de verme por ahí, porque cada día estoy más delicada y sin gusto para nada; así lo que deseo es que me encomendéis a Dios. Diles a Sor Carmen y a Sor Plácida y a Sor María Ángeles que a ver si un día estoy con la cabeza mejor y a todas les escribiré. A Sor Clara, que me alegro esté mejor y que mis sobrinos agradecen sus recuerdos. Sor Victoria está mucho mejor; la pobrecita está muy animada, está haciendo encaje. Esto le distrae mucho, me da tantas cosas para ti y las Hermanas, y de Sor Eufemia, y muy en particular para ti. Y a todas, de mi parte, mis recuerdos. Y tú sabes siempre te quiere y ruega a Dios por ti tu Madre,

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

No sé si podrás leer mi carta. Como he estado tantos días en cama, me he quedado muy débil y la cabeza, mala, y me cuesta escribir, pero deseaba que tuvieras noticias mías. Dile a Sor María Ángela que su hermana está muy adelantada en la música y está ahora muy bien de salud.

En este tiempo, Sor Camila está de Superiora en Mataró. Allí recibiría la carta.

Todavía no hace un año del Capítulo. Posiblemente, Sor Camila ha pasado un bache que ha afectado todo su ser. La Madre se alegra de la mejoría de su salud y la tranquilidad de su espíritu.

La salud de la Madre se deteriora por días.

No quiere que mantengan la ilusión de su visita. No puede, no tiene gusto para nada. Pide oraciones y confía en el Señor.

¿No tiene gusto? Pero se olvida, prescinde para valorar el entusiasmo de Sor Eufemia con el mes de María, lo linda que resultó la novena de San Francisco de Paula, las cositas que prepara, el encaje de Sor Victoria, los sobrinos de Sor Clara. ¿Esto se hace sin gusto?

¡Capacidad de superación!… ¡Suerte!… ¡Mérito!… ¡Lección!

SOR CAMILA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Profesó el 16 de Julio de 1892.

Fue Superiora en Mataró y Torregrosa. Después, Consejera General y Superiora de la Casa madre, donde murió el 30 de mayo de 1945.

De ella dijo el Emmo. Sr. Cardenal Cascajares a nuestra Madre: «Que Dios le depare, Madre Carmen, muchas religiosas como Madre Camila.»

¿Qué decimos nosotras? Era castellana, de pequeña estatura, de corazón y de inteligencia grandes, con una memoria nada común, vivaracha, activa, entusiasta, fácil a la emoción y comunicativa. Era una de las del grupo que estudiaron bajo la dirección de doña Amparo Peláez.

Todavía quedan personas que nos podrían hablar de sus afanes en Torregrosa. Fue mujer de una gran fe. De su devoción a San José saben todas las que vivieron algún tiempo con ella.

Trató de cerca a nuestra Madre Fundadora desde 1886 hasta su muerte.

En la historia de la Congregación, Madre Camila figura como una de las Hijas más fieles de la Madre Carmen.

Ha sido también una de las Hermanas que han aportado más valioso material para el proceso de Beatificación de la Madre con sus declaraciones.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 24 de mayo de 1898

Mi querida hija Sor Camila en Jesús y María:

He recibido las tuyas y mucho te agradezco tu felicitación el día 8 de mayo y los sellos que me mandaste. También dirás a las hermanas que les agradezco su felicitación, la que recibo con mucho gusto, por ser tan grato el recuerdo del día 8, por más que bien caro me cuesta; pero todo lo doy por bien empleado con sólo que se salve un alma. Mucho me alegro estés mejor y tan animada. Ya verás cómo ha salido todo lo que yo te decía; si te hubieras guiado por mis consejos, te habrías ahorrado de pasar tan malos ratos.

Aunque tengo la esperanza perdida de ir por ahí, por mi mal estado de salud, tal vez una grande necesidad me pondría en el caso de tener que ir por cuestión de la boca…, tengo tan mal la boca que no puedo masticar, y esto es causa de las malas digestiones que hago, y el médico dice no podré vivir así mucho tiempo. Y por esta razón, si es que hay recursos, me veré en la necesidad de ir cuando refresque el tiempo y tenga, como digo, recursos para el viaje y lo que cuesta el arreglo de la boca.

Mucho me alegro comulguen tantas niñas; quiera Dios todo vaya bien. Así lo desea tu Madre, que te quiere,

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

Dios te lo pague por los sellos, memorias a todas.

Dales esas cartas a las hermanas.

REFLEXIÓN

Nueva carta dirigida a Sor Camila a las tres semanas de la anterior.

Ha recibido la felicitación de las hermanas al hacer los catorce años de la entrada en la Victoria. Cómo se alegraría M. Carmen; qué gran consuelo el cariño de las hijas en medio de los sufrimientos que recibe de la misma Congregación.

De nuevo podemos conocer algún aspecto de sus padecimientos. Sufrimiento físico y pobreza se aúnan, formando un entretejido de esperanza y desesperanza de ver a su querida hija Camila, así como a las otras hermanas; sobre todo son las arras de la salvación de las almas, así lo sabe ella, que conoce el valor de la vida del Calvarlo; la lección del Crucifijo, que explica con su misma vida.

Dios es su continuo deseo; su mayor alegría, que todos se acerquen a El. El trabajo de sus hijas en las Casas de la Congregación le hace alegrarse por la bendición de Dios.

SOR PLÁCIDA DEL CRUCIFICADO

Catalana. Profesó el 3 de marzo de 1890 y murió, el 12 de enero de 1931, en el Sanatorio Marítimo, de Barcelona.

Como datos curiosos de su vida podemos recordar lo que ella misma afirmó sobre el impacto que le produjo la figura venerable y el porte señorial de M. Carmen en Tiana, que fue como la chispa que prendió en su alma y despertó su vocación. «En seguida —dice—pensé hacerme religiosa.» Su espíritu Joven no pudo contener la emoción y «aquello que le pasaba dentro» y sintió la necesidad de llamar a sus amigas para mostrarles a Santa Teresa.

La cosa fue madurando. Manifestó a su madre sus deseos y, vencidas las dificultades, ingresó en la Congregación.

Sor Plácida es también quien, por haberse arrodillado en el coro con «el atuendo de limpieza», nos da ocasión para saber con qué respeto y compostura deseaba la Madre que estemos en la Casa del Señor.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 24 de mayo de 1898.

Mi querida hija Sor Plácida en Jesús y María:

Todas tus cartas las he recibido y las agradezco mucho y más por tu leal cariño, al que con mucho interés por el bien de tu alma correspondo y te he dado cuantos consejos has necesitado, y hoy te digo que seas muy buena, siendo humilde, callada, obediente y que tengas siempre mucha presencia de Dios y que no olvides nunca que Dios te trajo a la religión para que te hagas una santa y salves tu alma. Yo, hija mía, también deseo verte y a las que son mis verdaderas hijas, y con gusto haría un sacrificio para ir a ésa para verlas a todas. Veremos si Dios me lo concede y, cuando menos lo penséis voy a ésa; si es que el Señor me quiere aliviar porque, estoy muy delicada con los dolores, tengo mucha pesadez para andar y además la enfermedad que se me ha apoderado de los riñones… Ya me han salido bien todos los disgustos que me han dado, porque me han quitado la salud por completo. Pero ya no hay que acordarse de nada; Dios los perdone a todos y a todas, como perdonados yo los tengo también a todos y a todas.

Tú ruega mucho al Señor por mí, que a ti tampoco te olvida tu Madre que te quiere,

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

Es una carta preciosa, reveladora de lo humano y de lo sobrenatural de la Madre: del temple de su personalidad.

Sensible al cariño leal de Sor Plácida, no desciende del plano sobrenatural en que vive para buscar compensaciones humanas, casi siempre egoístas. Le corresponde, sí, para hacerle el bien con «el tanto cuanto»… Refleja la Madre lo que Sor Camila decía en una de sus declaraciones: su aplomo, reflexión y buen juicio de un alma de temple nada común. «Nada de la tierra la tiene ligada.» La Providencia le ha marcado un camino áspero, pero al final la vemos que ha alcanzado la verdadera libertad de los hijos de Dios.

Cuando escribe esta carta ya ha pasado todo. El P. Ocerín dirá más tarde: «Bautismo de fuego que purifica las almas y los Institutos».

La Madre hace referencia como de pasada. Lo ha superado todo con un perdón generoso y “no hay que acordarse de nada”. La Congregación está ya en órbita, aunque el cuerpo, que “no entiende”, haya quedado maltrecho y a punto de romperse. Será entonces la hora de la verdadera libertad. «Si morimos con Él, viviremos con Él». ¿Lo necesita la Congregación? «Si el grano de trigo muere da mucho fruto».

FRAY PABLO DE PRIEGO

Fray Pablo, hermano de Sor Juliana, es un lego capuchino, un digno hijo de San Francisco.

Aunque la carta no está dirigida a ninguna hermana, nos parece muy interesante:

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 11 de junio de 1899.

Carísimo hermano Fray Pablo:

Como sé estará con deseos de saber de su hermana Sor Juliana, le escribo para darle noticias, aunque siento no poder dárselas más satisfactorias, como desearla, pues la pobrecita sigue bastante mal y ahora sufre doble más porque de la misma enfermedad del brazo se conoce está interesado el interior y la boca se le ha puesto también muy mal, y la lengua casi en carne viva. Esto le hace a la pobrecita sufrir mucho al tomar los alimentos, que se tiene que procurar todos sean líquidos para poderlos pasar; pero ya se le alimenta bien con huevos batidos, leche, sémola muy clarita en caldo de puchero o solo, que se lo hago yo; a la pobrecita le gusta y es de alimento. También se le hace con harina de arroz y con leche, y, de cuando en cuando, un bizcochito mojado en vino o en leche. Todo esto se lo digo para su tranquilidad de que nada le hace falta a su hermana. Y si es de lo espiritual, gracias a Dios todo lo tiene hecho; porque, como es tan buena, ha querido recibir todos los Sacramentos en su verdadero conocimiento y diariamente dos y tres veces la visitan el confesor y el padre capellán, y tiene mucha alegría y mucha paz en su espíritu, pues bien se lo conocemos todas. He querido hacerle esta explicación de todo porque sé que se ha de alegrar; además le mando esta estampa que dice Sor Juliana quiere que usted la conserve para que la tenga muy presente y la encomiende a Dios. Esta estampa se la mandé yo antes de venir al convento. Tengo muy seguro, y su confesor también, que Sor Juliana irá derecha al cielo; ha sido siempre muy buena. El tiempo que lleva de estar en cama, que es más de un año, ha sido un modelo de prudencia y de una gratitud grandísima por el cuidado que se le tenía. Dice la pobrecita que si fuera posible que su madre viera lo que hacemos con ella cuánta alegría tendría.

No crea, Fray Pablo, que sólo llevo la idea, al decir estas cosas de que S. C. esté tranquilo que se ha hecho cuanto hemos podido, pero no por hacer alarde de lo que se ha hecho, pues es nuestro deber, sino que me parece que sirve de consuelo a la familia; pero el mayor consuelo es que está muy bien preparada su alma; está muy tranquila y contenta de verse rodeada de todas sus hermanas, de la Madre Magdalena y de esta su affma. que ruegue a Dios por todas y por su menor hermana.

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

La Madre se propone llevar un poco de consuelo a la atribulada familia de Sor Juliana y creemos que lo consigue.
Y, además, nos presenta a nuestra hermana como la «enferma ideal»: prudente, agradecida, paciente, después de un año en cama, tranquila y contenta de verse rodeada de las hermanas.

Finalmente, nos deja ver los preciosos rasgos de su exquisita feminidad y de su entrañable caridad.

Parece decirnos: así se lleva la cruz de la enfermedad… así se cuida a las hermanas enfermas.

Antes había dicho Francisco: «Y ruego al hermano enfermo que por todo dé gracias al Creador y que desee estar tal como el Señor le quiere.»

También: «Si algún hermano cae enfermo…, los otros le sirvan como querrían ellos ser servidos…. (Cf. I Rg. 10).

TERCERA CARTA A SOR CAMILA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Profesó el 16 de Julio de 1892.

Fue Superiora en Mataró y Torregrosa. Después, Consejera General y Superiora de la Casa madre, donde murió el 30 de mayo de 1945.

De ella dijo el Emmo. Sr. Cardenal Cascajares a nuestra Madre: «Que Dios le depare, Madre Carmen, muchas religiosas como Madre Camila.»

¿Qué decimos nosotras? Era castellana, de pequeña estatura, de corazón y de inteligencia grandes, con una memoria nada común, vivaracha, activa, entusiasta, fácil a la emoción y comunicativa. Era una de las del grupo que estudiaron bajo la dirección de doña Amparo Peláez.

Todavía quedan personas que nos podrían hablar de sus afanes en Torregrosa. Fue mujer de una gran fe. De su devoción a San José saben todas las que vivieron algún tiempo con ella.

Trató de cerca a nuestra Madre Fundadora desde 1886 hasta su muerte.

En la historia de la Congregación, Madre Camila figura como una de las Hijas más fieles de la Madre Carmen.

Ha sido también una de las Hermanas que han aportado más valioso material para el proceso de Beatificación de la Madre con sus declaraciones.

CARTA

Benditos y alabados sean los SS. CC. de Jesús y María.

Antequera, 19 de julio de 1899

Mi querida hija Sor Camila en Jesús y María:

Deseaba escribirte para darte las gracias por el regalo tan bueno y tan de mi gusto que me has hecho, tanto a mí como a la Madre Magdalena. Ha sido muy bien recibido; lo esperaba el día de la Virgen del Carmen porque, aunque ha sido un día triste por haber perdido, casi en vísperas, a una hermana, a quien mucho quería y que tan virtuosa era, pero como las cosas de Dios nada tienen que ver con el corazón humano, hubo Misa cantada a la Virgen del Carmen; la cantó mi sobrino, al cual gustó mucho el plan de altar. Estoy muy contenta de tenerlo y la caja. Y yo tan mal como me he portado contigo. Hoy te felicito y no creas que me ha fallado la voluntad, sino que he estado más de quince días con un flemón que creí se me iba el juicio. Y ya que me alivié de la boca, el Señor me ha mandado un dolor de reuma en una pierna que estoy en un grito; llevo cinco noches de no poder dormir. Así es, hija mía, que no extrañe mi silencio, porque no tengo gusto para nada con mis males; si estoy unos días regular, otros estoy incapaz y más días en cama que levantada. Así que te pido no me olvides en tus oraciones, y a las hermanas que Dios se lo pague por la felicitación y estampas. Ya otro día les escribiré una larga carta para todas, pero hoy no puedo porque estoy incapaz, Dios quiera te manden una buena providencia, pues me da pena estéis gastando tanto y Dios sabe de lo que tendréis que carecer; eso si que me da pena y me hace agradecerte doblemente tu sacrificio.

Recuerdos a todas y tú recíbelos de las hermanas, y ya sabes que te queda muy agradecida tu Madre, que te quiere y te ruega no la olvides en tus oraciones,

SOR CARMEN DEL NIÑO JESÚS.

REFLEXIÓN

Es la carta más próxima a la muerte de la Madre. La última conservada por las hermanas. Es una carta de agradecimiento por el obsequio que, con motivo de la festividad de la Virgen del Carmen, le han hecho las de Mataró: un plan de altar, o sea, el crucifijo, candelero y sacras, que se usaban para la celebración de la Santa Misa. Le gusta. Está contenta. Es para el Señor; pero teme que el sacrificio haya sido excesivo y las hermanas carezcan de lo necesario.

De nuevo, en esta carta nombra a M. Magdalena, y ciertamente que no hubiera sido necesario, pero su sumisión y amor a esta hija que es su Superiora le hace nombrarla respetuosamente y agradecer delicadamente en su nombre.

Felicita a Sor Camila por su santo, deseando que la Providencia se deje sentir y compense el sacrificio material que han hecho por ella. Según todas las hermanas que la conocieron, la Madre era enormemente agradecida.

Por hacer sólo seis días que había muerto Sor Juliana, tenemos otra ocasión de conocer el amor que la Madre le profesaba y el justo aprecio en que tenía su virtud, según el elogio que de ella había hecho en la carta dirigida a su hermano Fray Pablo de Priego.

Los padecimientos físicos no la dejaban y le impedían poder relacionarse y demostrar su caridad cuanto hubiera querido.

También podemos reflexionar con esta carta en la alta consideración en que la Madre tenía todo lo que pudiera repercutir en el culto, expresión de su amor a Dios a través de la Iglesia. Siendo ésta la última carta conservada, bien nos sirve para poner en sus labios las palabras de Santa Teresa poco antes de morir, agradeciendo al Señor el haberle hecho hija de su santa Iglesia.