El día de nuestra Madre Santa María de Paz y Bien nos reunimos en el Colegio Inmaculada Concepción de La Vega para festejar con gozo esta gran fiesta. Todo inició con una oración en la capilla y luego de poner nuestras vidas en las manos de Dios, hicimos un compartir de pizza, helado y refresco… realmente fue algo maravilloso,
se notó el espíritu de familia que deseaba nuestra Madre Carmen.
Igualmente, el pasado 4 de febrero participamos en la convivencia de Claridad a nivel nacional, que se realizó en la Cumbre, Bonao. Aquí relatamos la experiencia de dos jóvenes que participaron:
El pasado sábado 4 de febrero tuve la gracia de compartir con mis hermanos de Paz y Bien. Realmente todo fue hermoso desde el momento más sencillo hasta el más complejo. Pude darme cuenta de 2 cosas: La primera es que »en la belleza del corazón de las personas, ahí, ahí esta Dios» y la segunda es que «en la sencillez, en lo más pequeño, se manifiesta la felicidad».
Conviví con 80 niños, adolescentes y Hermanas. Franciscanas de los SS. CC. del grupo Claridad, a nivel nacional… Personas maravillosas de San Pedro de Macorís (Cristo Rey), de Santo Domingo (Serafín de Asís). La Vega (Inmaculada concepción) y extrañamos a Barahona (Divina Pastora) que no pudieron asistir.
La mañana transcurría llena de dinámicas y, sobre todo, de oración. Fue un momento muy bonito gracias a la naturaleza, es como si Dios gritara con efervescencia que nos AMA con locura mediante la brisa y el cantar de los pajaritos.
El tema central de la convivencia era »La Amistad». Pudimos ver qué tan buen amigo somos con nuestros hermanos y cómo ser un verdadero amigo. Realmente fue importante el saber quiénes eran los amigos de Jesús, y más importante aún fue saber que Jesús es el más fiel, el más amoroso, el más lindo, el más caballero, el que nunca falla…
Ojalá se vuelva a repetir, porque definitivamente, yo amo Paz y Bien y me encantan las convivencias donde todos somos familia y el amor abunda.
Perla Rocío
Lo más común y sobre todo lo más normal es que un grupo de personas con distintas edades, distintas personalidades y sobre todo distintas maneras de pensar, no se lleven del todo bien. Pero este no fue el caso. Desde que llegué a la convivencia me sentía acogida, con paz y sobre todo se notaba una fraternidad inexplicable. Cada cosa que hacía lo sentía no como una obligación, sino como algo que me salía del corazón. Eso pasa cuando nos juntamos con personas distintas pero que tienen algo en común: ser amigos de Jesús y miembros de Paz y Bien.
En la convivencia aprendí que es maravilloso darse cuenta que nuestro mejor amigo es Jesús, aquel que nunca nos falla, que nunca nos juzga, que está dispuesto a ayudarnos siempre. Pude ver a Jesús en cada detalle, lo pude sentir, y es por esto que me atrevo a decir que sin Jesús no somos nada.
Rubí.
