Sí a la vida. Esta es la opción fundamental de Gianna Beretta, nacida en 1922, fallecida a los 39 años víctima de un cáncer de útero. Siendo muy niña, acoge el don de la fe y la educación cristiana que recibe de sus padres. Para ella la vida es un don maravilloso de Dios, y se confía a su Providencia.
Desde su Primera Comunión, a los 5 años y medio, asiste y recibe asiduamente la Eucaristía, su luz y su apoyo en toda su vida, donde no faltarán dificultades y sufrimientos: cambios de colegio, mala salud, enfermedad y muerte de sus padres… Esto ayudó a Gianna a madurar en la fe y crecer en la virtud.
Estudia Medicina, abre una consulta y presta una atención particular a las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres. Es la “misión” que Dios le encomienda.
Se interroga sobre su porvenir, reza y pide oraciones para conocer la voluntad de Dios, que descubre en la llamada a la vida matrimonial con Pietro Moya, armonizando, con simplicidad y equilibrio, los deberes de madre y esposa, con los de médico y con la alegría de vivir.
Apenas iniciado su segundo embarazo, le comunican que padece un tumor de útero. Han de intervenir y suplica al cirujano que salve, a toda costa, la vida que lleva en su seno. Se confía a la oración. Ambas vidas se salvan.
Ella da gracias al Señor y pasa los siete meses antes del parto con incomparable fuerza y con plena dedicación a sus deberes de esposa, madre y médico. Pide al Señor que la criatura no nazca enferma.
Al llegar el alumbramiento, confiando como siempre en la Divina Providencia, pide a todos: “Si hay que decidir entre mi persona y el niño, no dudar: elegir al bebé”. El 21 de abril de 1962, dio a luz a Gianna Emanuela y siete días después, a pesar de todos los esfuerzos y tratamientos para salvar la vida de ambas, en medio de un dolor indecible y exclamando “Jesús te amo, Jesús te amo”, murió santamente.
- ¿Qué es para ti defender la vida?
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