Convivencia Amanecer I y II en Puerto Rico

El viernes diez de febrero nos reunimos en el Colegio como lo hacemos diariamente a la llegada a clases. Pero el día no iba a ser igual, dejamos nuestros bultos en casa y llevamos con nosotros nuestras mochilas. A las ocho de la mañana salimos hacia el lugar donde pasaríamos hasta el mediodía.

Toda la semana estuvo lloviendo a cántaros, nos preguntábamos si sería así este gran día. Para nada, el Señor nos regaló un precioso y radiante día. Así que al llegar al lugar nos preparamos para iniciar al aire libre nuestra jornada: bienvenida, slogan, y un saludo de Paz y Bien para nosotros mismos.

Pasamos de inmediato a ponernos en las manos del Amigo que nos esperaba. Allí junto al Sagrario y a Nuestra Señora, pedimos su compañía para toda la jornada. El Evangelio de este día no podía ser más apropiado:

“Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar… Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete». Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad”

El Señor quería sanar nuestra sordera y nos invitaba a espabilar el oído y abrir nuestro Corazón a su amor y a su mensaje. Y esta Palabra se hizo realidad. Entre cantos, oraciones, dinámicas, trabajo individual y en grupo, el Señor pasó por nuestras vidas dejándonos ver que en verdad: “Él es el mejor amigo y nos espera siempre.”

Que el amor a Jesus y a su Madre, Santa María, sea en toda ocasión nuestra fuente en la que saciemos nuestra sed y la brindemos en nuestras vidas .