Septiembre con corazón de madre…

«No asustarse de las cosas grandes, pero tener en cuenta las pequeñas, esto es divino… Hoy, por lo tanto, podemos mirar a la Virgen, pequeñita, santa, sin pecado, pura, elegida para ser la madre de Dios, y también mirar la historia que está detrás, tan larga, de siglos.»

Homilía del Papa Francisco en la Eucaristía del 8 de septiembre de 2014.

De mi infancia lo único que recuerdo es la presencia de Dios dentro de mí.

YO ERA UNA NIÑA, COMO TODAS,
PERO TAMBIÉN UNA NIÑA DISTINTA.

Yo era una mujer, naturalmente, nacida como todas, como todas crecida, pero intuí muy pronto que yo era diferente. Como si me hubieran hecho el alma más grande de lo justo, como si me llamaran a algo más grande que yo misma..


  • ¿Cómo camino yo en mi historia?

  • ¿Dejo que Dios camine conmigo?

  • ¿Dejo que Él me ayude, me perdone, me conduzca hacia adelante para llegar al encuentro con Jesús?

Oh, Señora mía. Oh, Madre mía. 

Yo me ofrezco enteramente a Ti 

y en prueba de mi filial afecto, 

te consagro en este día: 

mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; 

en una palabra, todo mi ser. 

Ya que soy todo tuyo. 

Oh, Madre de bondad, 

guárdame y defiéndeme 

como cosa y posesión tuya. Amén.