Otro lugar, un mismo corazón…

25-28 julio 2013 Colegios de Andalucía
¿Qué nos impide a ti y a mí ser los nuevos misioneros que anuncian a Cristo, Camino, Vida y Verdad?

Del 25 al 28 de Julio un grupo de 31 miembros de Paz y Bien de los Colegios de Osuna, Melilla, Palma del Río, Ntra. Sra. de la Victoria y María Inmaculada hemos participado en la JPJ-Rocío 2013 organizada por las diócesis del Sur de España.

Nos unimos a la Diócesis de Málaga para realizar nuestra peregrinación. 

Tras un acto penitencial en Almonte, acogidos por los obispos de las diócesis andaluzas (y por el de Teruel que junto a un grupo de aquellas tierras se unió a nuestro encuentro), recorrimos a pie, entre las “arenas” los 14 kilómetros que separan Almonte del Rocío, para entrar llegada la media noche en la Casa de la “Blanca Paloma”, y rendirle por diócesis un homenaje de hijos a la que nos trajo al “Pastorcillo Divino”.

A partir de ahí, compartir la fe, sentirnos Iglesia, unirnos a la JMJ de Brasil, orar juntos ante Jesús Eucaristía,  recibir gracias, llenarnos para poder dar.

Nos hemos reencontrado con otros miembros de Paz y Bien que ya han hecho su opción de vida…, con cariño hemos compartido con Fran y Enrique (que están en el Seminario de Málaga) y con Antonio Salvago (Seminario de Sevilla), recordando otros caminos, otros encuentros.

Como Iglesia viva, Iglesia joven, con entusiasmo y alegría queremos ser los nuevos misioneros que el Papa nos dice “Ustedes son el campo de la fe. Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los constructores de una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor. Levantemos nuestros ojos hacia la Virgen. Ella nos ayuda a seguir a Jesús, nos da ejemplo con su «sí» a Dios: «Aquí está la esclava del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho» (Lc 1,38). Se lo digamos también nosotros a Dios, junto con María: Hágase en mí según tu palabra. Que así sea.”

Cansados, pero contentos. Con ganas de compartir nuestra fe y no avergonzarnos de lo que somos como se nos indicaba en las catequesis, estamos de nuevo en nuestros lugares: iguales, pero distintos, con nuevas energías para vivir nuestra fe. 

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