Por lo general, suele pasar que trabajamos un poco más rápido cuando el profesor aparece por la puerta o nos mira. Esto sucede casi de manera inconsciente, y no pareciera ser algo tan serio. Sin embargo, esto revela una gran verdad sobre mí mismo: nací con un instinto de preocuparme sobre lo que los demás piensan de mí. ¿Por qué no siempre trabajo con la misma rapidez y efectividad?
Es fácil comenzar a vivir una vida «ante los ojos de otros». Pero, ¿qué hay con los ojos de Dios? Cuando hago todo de corazón para el Señor, entonces todas las ambiciones de impresionar a los demás se van.
¡Todo lo que hago, lo hago para Dios!
Estamos llamados a ser bendición en la tierra, y ser bendición por causa del nombre de Jesús. Cuando hago algo por mis compañeros, ¡entonces tengo la posibilidad de hacer algo por Jesús! Ya sea si doy una sonrisa, ayudo al compañero que se ha quedado atrás o bien me acerco al que está solo. Al hacer estas cosas al mismo tiempo puedo pensar: «lo estoy haciendo para Jesús». Él sacrificó su vida por mí, ¡y me ha dado la posibilidad de ser semejante a Él! ¡Ahora es mi turno de hacer conmáscorazón algo a cambio!
- ¿Hago bien lo que tengo que hacer independientemente de quien esté delante?
- ¿Qué puedo hacer por mis compañeros sin que se enteren?
- ¿Qué actitud/es debe/n cambiar en mí para hacer todo con más corazón?
Señor, hazme un instrumento de tu paz. Donde haya odio ponga yo amor; donde haya ofensa, perdón; donde haya duda, fe; donde haya desesperación, esperanza; donde haya tinieblas, luz; donde haya tristeza, alegría.
Que pueda presentarte cada día mis manos vacías: al empezar la jornada, para que Tú dispongas de ellas; al terminar, para entregarte todo lo que haya podido hacer para la construcción de tu Reino. Amén.