Es posible que ya no esté de moda hacer esto de esta manera, pero a mi, escribir me ayuda a abrir el corazón.
Estoy iniciando un nuevo curso y estaba pensando que no quisiera que fuera uno más. Recuerdo los anteriores con cariño, ¡cuántos momentos inolvidables! Por una cosa o por otra se han quedado grabados tantos detalles…
Hago memoria agradecida porque sé que Dios de todo saca un bien, aunque yo no siempre sepa verlo…
Este curso es para mí una oportunidad para vivir cada instante…
No quiero desaprovechar ni un segundo. Es verdad que abrir el corazón cuesta, duele, incluso. A veces hasta puedo sentir que se rompe. Otras, desborda de alegría, de ilusión, de fuerza. Pase lo que pase, lo he decidido, correré el riesgo: no voy a esperar a ver qué hacen los demás.
TOMARÉ LA INICIATIVA EN TRES DIRECCIONES, todas relacionadas con la familia. Si el Papa Francisco ha convocado a toda la Iglesia para celebrar el Año de la Familia, ¡por algo será!
- Sé que lo que tengo por delante es difícil, pero no imposible.
- Sé que me canso pronto cuando las cosas no salen como las tengo planeadas.
- Sé que tengo que cambiar el ‘chip’ y no pensar tanto en mí y en mis cosas.
- Sé que me funcionan las metas cortas, que al principio de cada mes iré concretado y profundizando para vivir «con más corazón».
- Sé también que Dios ayudará a que esto que me propongo conseguir sea posible. Y, por supuesto, la Virgen, mi Madre del Cielo, desde allí velará por cada uno de mis pasos. A los dos, desde ahora…