Noviembre con corazón de Madre

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?»  María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor».

Cf. Lc 1, 39-46

Tras el anuncio del ángel, fui sin tardar a casa de Isabel… No hizo falta que le dijera nada, porque al verme saltó en sus entrañas el niño que esperaba. Y me dijo palabras que nunca olvidaré:

«¡BENDITA TÚ ENTRE LAS MUJERES Y BENDITO EL FRUTO DE TU VIENTRE! 

¿QUIÉN SOY YO PARA QUE ME VISITE LA MADRE DE MI SEÑOR?»  

Temblé al oírlas, porque en ellas se confirmaba lo que el ángel me había dicho. Entonces, mi corazón de Madre cantó de alegría: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque ha mirado la humildad de su esclava».  


  • ¿Cómo descubro que Dios me ‘visita’?

  • ¿En qué se nota? ¿Cómo lo demuestro?

  • ¿De qué manera Dios ‘visita a otros’ por medio de mí?

Dios te salve, María, llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.