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Te has preguntado alguna vez…

¿Tiene sentido mi vida? ¿Qué espero encontrar? ¿Qué quiere Dios de mí?

Quizá en algunas de estas respuestas puedas encontrar lo que buscas.

Yo también me hice esta pregunta… hoy no es difícil responderla por todas las oportunidades que tenemos a nuestro alcance.

Podemos decir que vamos de «enrollados» porque estamos a la última en todo… incluso nos comprometemos con causas justas…

Y no es que todo eso esté mal, si es realmente lo que queremos… Yo me di cuenta de que en el fondo todos necesitamos amar y ser amados, sentirnos seguros, útiles… esto es lo que me hizo buscar a Dios, hoy puedo decir que voy por la vida con la seguridad de saberme amada y enviada a comunicar a otros, el amor de Dios.

Seguramente dirás que sí. Es lo más normal, aunque, hoy en día, hay gente que, creyendo tenerlo todo, no lo es y es que la felicidad no consiste en tener sino en ser.

Feliz es aquel que tiene un gesto amable, una sonrisa oportuna, que respeta, tolera que vive la vida con optimismo…

Feliz es aquel que acoge en su vida, el mensaje de Cristo y ante cualquier circunstancia, sigue confiando…

Yo soy feliz, mi vida tiene sentido, he encontrado al TODO, el que llena mi vida.

Oye, tu vida también puede tener sentido… busca la verdadera felicidad que está al alcance de todos.

¡Claro! ¿Cómo no voy a conocerme? Eso es lo que creemos todos y en parte, es verdad, pero con un poco de experiencia y madurez te das cuenta de que hay cosas de ti que ni tú mismo conoces…

Debes caer en la cuenta de que sólo te conoce Aquel que te dio el ser que es con el que compartes lo más íntimo de tu persona: Dios.

¡Haz la experiencia, conocerte según Dios es la felicidad de todo hombre! Léelo en el Salmo 139.

Yo solía hacerme esta pregunta cuando me planteaban cosas que no quería oír… eso de descubrir la misión que cada uno ha de realizar, eso de hacer algo por los otros, eso de que todos estamos llamados a la santidad… Hasta que me di cuenta de que no podía ir así por la vida… y cambié la pregunta ¿y a mí que… me pide Dios?

Desde aquí os puedo decir que encontré la respuesta a todos mis interrogantes, una respuesta que es una persona, Jesús.

Vive tu vida con alegría, aprovecha cada segundo. La vida es un regalo de Dios y no se repite. Construye el camino con tus huellas para que otros puedan seguirlas porque tú eres importante para los demás igual que ellos para ti.

La vida es una cadena y tú eres un eslabón importante en ella.

Ahora… qué piensas ¿vivirla o pasarla?

Todos luchamos cada día por encontrar la felicidad, pero muchas veces no la buscamos donde debemos, otras veces confundimos la felicidad con disfrutes momentáneos… todas estas «felicidades» pasan, y al final, dejan un vacío más grande. Estamos hechos para ser felices por eso buscamos la felicidad, hemos de saber que sólo en Dios la persona es lo que es… sólo en Dios encontraremos lo que realmente llena la vida, «Dios habla y llena el corazón y lo llena en plenitud».

Busca a Dios, lo encontrarás y serás feliz.

Una vez que has encontrado la felicidad has encontrado a Dios, ¿y ahora qué?

Ahora toca estar dispuesto a aceptar mejor todos los acontecimientos de la vida, viéndolos con los ojos de la fe, sabiendo que en todo lo que nos sucede, incluso en las dificultades, está la mano de Dios. Así, tu vida transcurrirá en la Paz del que se sabe amado y protegido, ya no tendrás que preguntarte: qué pasará, qué vendrá… al contrario, podrás decir como Madre Carmen «Confío en Dios que de todo me sacará en Paz»

Estamos «cansados» de oír que Dios quiere nuestra felicidad. A veces pensamos que es todo lo contrario, porque las cosas no nos van como queremos. Pero no, aunque los planes de Dios sean diferentes a los nuestros, son siempre buenos, pensados para el desarrollo de la vocación a la que cada uno está llamado.

Dios tiene para nosotros, cada día, una preciosa historia de amor: ¡seguir su voluntad!

Sí, muchas veces tenemos miedo porque seguir la voluntad de Dios no es fácil, surge la duda, la incertidumbre, miedo a que Él actúe en nuestra vida, miedo a lo que nos pueda pedir… Pero no hay que temer, Él nunca nos pedirá aquello que no podamos darle, en vez de esta desconfianza, fijemos nuestros ojos en María, Ella a pesar de no comprender muchas cosas, se abandonó en sus manos, se fió de Dios, y así cumplió la voluntad del Padre.

Creemos que sí somos libres, pero no, muchas cosas nos atan. Nos dejamos llevar por el qué dirán, por nuestros amigos, por nuestra familia, por la moda… Debemos convencernos de que sólo seremos libres, cuando guiados por el amor a Dios y por nuestra razón, busquemos y realicemos la vocación a la que cada uno está llamado, entregándonos a ella y cumpliéndola con ilusión y alegría a pesar de todas las dificultades que podamos encontrarnos en el camino.

Son estas mismas contrariedades las que nos harán amar más nuestra meta y mantenernos en ella hasta alcanzarla.

Sí, esta debe ser nuestra mayor alegría: experimentar el amor de Dios. No importa el camino que sigamos, dónde nos encontremos, con quién compartamos nuestra vida… Él a cada instante nos muestra su AMOR, un amor sin límites, al que no le importa tus miedos, tus defectos, tus esclavitudes… Porque Él te quiere como eres, así lo experimentó nuestra Beata Madre Carmen, por eso se mantuvo fiel y confiada. Esta certeza la llevaba a exclamar con gozo «Bendito sea Dios que tanto nos quiere».