«Hemos puesto nuestra Esperanza en el Dios Vivo»

Con el lema: “Hemos puesto nuestra Esperanza en el Dios Vivo”, los organizadores instaron a los asistentes “hacia el Dios vivo, joven y alegre” que conoce las necesidades y anhelos de la juventud nicaragüense, dijo Lázaro Gutiérrez, uno de los organizadores del evento.

“Queremos decir a los jóvenes que no pongan sus esperanzas en otras cosas, que lo hagan en el Dios que llena los corazones de amor”, comentó Gutiérrez, en medio del bullicio de los miles que gritaban, bailaban y cantaban al ritmo de los cánticos que animaron la noche.

“Aquí nos gozamos y alabamos a Dios, la vigilia sirve para fortalecer nuestra fe y llenar nuestro espíritu”, manifestó Ana Blandón, una de las muchas jovencitas que se reunieron en el Estadio “Roberto Clemente”, de Masaya, a pesar del temor por la influenza humana. Fue notorio que muchos de los que asistieron al evento llevaban tapabocas.

El evento contó con la presencia de al menos 200 sacerdotes que oficiaron la Eucaristía junto al Arzobispo de Managua, monseñor Leopoldo Brenes y el nuevo Obispo Auxiliar, monseñor Silvio Báez, quien fue bien recibido por la juventud.

La Vigilia de Pentecostés Juvenil es uno de los eventos católicos más esperados del año, donde se reúnen jóvenes pertenecientes a grupos juveniles de los tres departamentos.

Fue una noche de oración y alabanza. Comenzamos con bonitos cantos de animación. Luego celebramos la Santa Misa junto con nuestro arzobispo Monseñor Leopoldo José Brenes, su obispo auxiliar Monseñor Silvio Báez y el nuncio de Su Santidad aquí en Nicaragua, así como muchos sacerdotes. Fue un momento especial de bendición, de gozo junto a nuestros pastores. Momento también de reafirmar nuestros compromisos.

También tuvimos la dicha de contar con la presencia del padre José Ramírez, terciario capuchino, quién nos impartió una charla–testimonio buenísima.

Tuvimos a lo largo de toda la noche, también momentos de oración junto a nuestra Madre la Santísima Virgen. Y para concluir el encuentro tuvimos un largo tiempo de oración con el Santísimo Sacramento, desde las cuatro y media de la mañana hasta las seis, y así concluimos el encuentro.

Hubo una compañera durante la noche y fue nuestra hermana la lluvia. Nos mojamos y remojamos, pues no había mucho sitio para resguardarse, pero aún así, seguimos la actividad, seguimos alabando y cantando al Señor. Fueron momentos hermosos, muy hermosos, todos preocupándose por resguardar a su hermano más cercano y buscando qué compartir con cada uno.

Damos gracias al Señor por todas las bendiciones que derramó sobre nosotros. Que la Santísima Virgen nos proteja y nos ayude a poner en práctica todo lo vivido.

¡BENDITO SEA EL SEÑOR QUE TANTO NOS QUIERE!