En todos los colegios de Madre Carmen vivimos el mes de junio con corazón de Madre

Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos… Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo.

Hch 1, 14; 2, 1-4a

Ahora, sí, me muero de nostalgia.

Ahora no necesito su cuerpo, pero sí su presencia; ahora el mundo me parece vacío desde que Él se fue; ahora el mundo no es mundo sin sus pasos.

Mientras Jesús estuvo entre nosotros no soñaba en el cielo; ahora me siento terriblemente desterrada.

He vuelto muchas veces hasta el monte desde el que se marchó.

Y sólo la fuerza del Espíritu Santo que entre llamas bajó a nuestras cabezas hace que pueda soportar el tiempo.

Pero con corazón de Madre te digo: ¡es la hora, Hijo, es la hora, tu madre ya no sabe seguir viva sin Ti!

  • María siempre fue por delante en el camino que lleva hacia Dios. ¿Tengo confianza en Ella y la considero guía y faro de mi vida?
  • ¿Pongo mis pies en las huellas que Ella dejó? ¿Cómo lo hago?
  • En este final de curso ¿qué pido de manera especial a nuestra Madre del cielo?

Oh, Señora mía. Oh, Madre mía.
Yo me ofrezco enteramente a Ti y en prueba
de mi filial afecto, te consagro en este día:
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo.
Oh, Madre de bondad, guárdame
y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.

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