HOY ESTARÁS CONMIGO

La Solemnidad que celebramos «es como una síntesis de todo el misterio salvífico». Con ella se cierra el año litúrgico, después de haber celebrado todos los misterios de la vida del Señor, y se presenta a nuestra consideración a Cristo glorioso, Rey de toda la creación y de nuestras almas. Aunque las fiestas de Epifanía, Pascua y Ascensión son también de Cristo Rey y Señor de todo lo creado, la de hoy fue especialmente instituida para mostrar a Jesús como el único soberano ante una sociedad que parece querer vivir de espaldas a Dios.

En los textos de la Misa se pone de manifiesto el amor de Cristo Rey, que vino a establecer su reinado, no con la fuerza de un conquistador, sino con amor misericordioso que pone de manifiesto su corazón:

-Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. 

En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso. 

Con esto, el Señor nos deja claro que no hace falta hacer grandes cosas para acercarnos a Él, sino, solo acercarse, y dejarse atraer por su presencia. 

Al ladrón, llamado Dimas, la fe le ilumina, pues aún reconociendo que hizo mal diciendo: «Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha hecho nada malo» (Lc. 23, 41.), reconoce la realeza de Jesús, y la reconoce no delante de Cristo glorioso, sino ante un Cristo humillado y moribundo. Su fe entonces, es premiada: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». Pide para el futuro, y recibe en el instante «hoy». No tendrá que esperar; Jesús ha expiado ya por él, le ha merecido la gracia del perdón, y para acogerla ha sido suficiente el arrepentimiento acompañado de la fe. 

De este modo, Cristo desde la cruz atrae a sí a los hombres; es el Buen Pastor que salva la oveja perdida, el Padre que acoge al hijo pródigo, el Rey que establece su Reino con el poder del amor y a precio de su sangre. 


Hemos de salir al encuentro de este Rey divino, que se presenta a nosotros con un aspecto tan humano, tan cercano; a este Rey que extiende sus brazos en la cruz y nos muestra la herida de su costado como símbolo de su amor