COMENZAMOS LA CUARESMA. María nos introduce el tiempo de Cuaresma

Para acercarse al misterio (acercarse, porque llegar a él es imposible) hay muchos caminos y no solo el de la inteligencia. Hay algunos más rápidos y son los que pasan por el corazón.

Llevo unas cuantas noches soñando intensamente y, cuando me despierto, recuerdo todo con gran realismo. Sueño Contigo, hijo mío, pero cada día es algo diferente. La otra noche te presentaste en mis sueños como cuando eras un niño, quizás tendrías unos siete u ocho años; yo estaba haciendo pan en la cocina y corriste a abrazarme por detrás, con fuerza y ternura, diciéndome:

“MAMÁ, QUÉ BUENA ERES, ERES LA MUJER MÁS BUENA DE TODA LA TIERRA, TE QUIERO CON LOCURA…»

¡Cuánto te he amado, Jesús! Lo sabes bien. Y es que cuando te sentí en mi seno, me conmovió la bondad del Señor, su gran bendición sobre mí. Desde que naciste intentamos tu padre y yo darte todo lo necesario, y como eras tan espabilado, fue todo muy fácil. No sé qué hubiera hecho yo sin la ayuda de mi José, siempre a nuestro lado, fiel y protector. Verdaderamente, viviste una niñez muy afortunada. A veces pienso que era la luz que desprendías en el hogar, el amor que nos transmitías, lo que hacía que todo transcurriera con tanta paz y tranquilidad…

Al igual que yo di mi «sí» con valentía a pesar del miedo, a Ti no te queda otra que aceptar la voluntad de nuestro Dios; sabes que lo llevas en la sangre. Y los amigos que van contigo lo notan, entienden la grandeza que hay dentro de Ti. Han descubierto el gran cambio en sus corazones desde que te siguen. Algunos de tus amigos no me transmiten buenas vibraciones, pero Tú sabes lo que haces, así que confiaré en Ti. ¡La gente te quiere!

Estoy asustada, Jesús, porque en mi último sueño había mucho dolor en Ti. ¿Estás bien? Siento escalofríos cuando miro por la ventana; tengo una sensación de vacío grande en mi interior y pienso si no debería ir a buscarte ahora mismo estés donde estés.

JESÚS, SI ESTÁS ESCUCHANDO MIS PENSAMIENTOS QUIERO QUE SEPAS QUE TE QUIERO CON LOCURA,

eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y, aunque no me perteneces, (bien sé que eres de mi Dios), pensar que te ocurriera algo hace que se me rompa el corazón. Hijo mío, mándame una señal, guíame hacia Ti con una estrella fugaz, te prometo que llegaré lo más rápido que mis ya torpes piernas me dejen, y te protegeré con el arma más grande que tengo, MI AMOR. Mi niño pequeño, no quiero que sufras; si tienes que soportar algún dolor, dámelo, que yo lo aceptaré.

Ya cae la tarde, se nublan los cielos, quizás en cuanto me duerma, volveré a soñar. Esta vez espero que sea un feliz sueño. Buenas noches Jesús. ¡No olvides nunca cuánto te quiero! 

Esta es mi Cuaresma: acompañar a mi Hijo desde el corazón y concorazóndeMadre. Acompañadlo vosotros también, en estas cinco semanas que la Iglesia nos ofrece para vivir este

PEREGRINAR HACIA LA PASCUA, HACIA LA LUZ.

Conviviremos con personajes que han encontrado a mi Hijo Jesús en el camino de sus vidas y han quedado marcados por su amor: María Magdalena, Pedro y Judas, Verónica, Juan y los dos ladrones que crucificaron a su lado. Ellos nos mostrarán, con sus palabras y sus propias vidas, cuánto se dejaron AMAR POR ÉL.

¡María, Madre, cuánto tengo que aprender de Ti, que junto a la Cruz alcanzaste la máxima expresión de tu Amor por Jesús, tu fidelidad a la voluntad del Padre!

¡María, Tú me enseñas la importancia de confiar y de creer, de ser firme en la fe, para entregarme en mi vida cristiana! ¡De tu mano, María, me es más fácil aceptarlo todo y estar de acuerdo con todo lo que sucede en mi vida!

¡En este tiempo, María, ayúdame a profundizar como hiciste Tú en la Palabra de Dios, a ser más constante y fiel en la oración, a retener y meditar en lo más profundo de mi corazón todo lo que el Padre quiere transmitirme! ¡Concédeme, María, la fuerza para responder cada día a la llamada de Dios con autenticidad y responsabilidad! ¡Ayúdame, María, a seguir los pasos de Jesús, a ser como Él, a crecer en las cosas de Dios, a aumentar mi fe, a esperar en la esperanza y a vivir en el amor! 

¡Gracias, María, por caminar junto a mí en el camino de la Cruz!

Amén.