Busco algo más… «Dos miradas que se encuentran»

Con Jesús…

La vocación es la respuesta a la llamada de Dios, tiene lugar en la vida de cada persona. ¡Todos tenemos vocación, aunque de pequeños no lo sepamos! Vamos a fijarnos en Jesús, para saber cómo miraba y así aprender a mirar como Él mira.

Muchas personas que conocieron a Jesús sintieron su mirada. Él intercambió su mirada con sus discípulos, con la Samaritana, con Zaqueo, con ciegos… con tantas personas con las que se fue encontrando por los pueblos que recorría. La mirada de Jesús nos servirá, también, para aprender a mirar la realidad con otros ojos, parecidos a los de Jesús.

Los evangelios hablan con frecuencia de cómo veía Él las cosas, de cómo miraba; pero también qué veían las personas cuando se encontraban con Él.

“Zaqueo, baja pronto porque hoy voy a hospedarme en tu casa”.  Lc 19, 1-5.

Comentario


En el texto del evangelio hay dos miradas:
una la de Zaqueo, que subiéndose a un árbol intentaba ver quién era Jesús, siente curiosidad por verlo, por saber cómo era, cómo vestía, cómo hablaba… una mirada de curiosidad; y la segunda, la de Jesús, que levanta la mirada del suelo, (alzando la vista) y ve la curiosidad de este hombre, Zaqueo, que es bajo de estatura y necesita subir a un árbol para verle; una mirada profunda y de reconocimiento que toca el corazón de Zaqueo y llega a conmoverle; su mirada es salvadora.

Como Jesús y Zaqueo, nosotros cada día usamos la mirada para conocer nuestro mundo: en la calle, en el colegio, en los lugares que visitamos… Siempre nuestros ojos nos ayudan a conocer, entender y comprender nuestro entorno.

Es importante alzar la mirada para ver las cosas desde otra perspectiva, de otra forma, y así captar lo importante de la vida. Jesús mira a Zaqueo; comprende que es un buen hombre, con deseos de ser mejor persona.

Podemos preguntarnos qué vemos nosotros en el colegio, en mi familia…


Oración

Jesús, te miro y me siento pequeño ante Ti. ¡Eres tan grande!
Por eso, me buscas… por eso me miras, por eso quieres tocar mi corazón.
Alcánzame Tú a mí, Jesús.
Mírame, tócame, transfórmame, como a tu amigo Zaqueo.
Amén.

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